Escribo este post en sábado, pensando en qué calor está haciendo fuera (estoy en Madrid), y lo a gusto que está uno en casa. La idea de esta publicación es, como siempre, dejarte alguna reflexión que te ayude y que te resulte útil en tu día a día. Ya sabes que mi intención es siempre aportar desde la experiencia, aprovechando que ya son muchos años dando vueltas por este mundo, jeje. Bueno pues, dicho esto, empiezo. Espero que te guste.
Dice así:
Las organizaciones, las empresas, por lo general tienen un par de objetivos principales: ser rentables y competitivas. Ambas condiciones les garantizan la sostenibilidad en el tiempo, cosa que no es nada despreciable. A todos nos gusta ver cómo nuestras empresas cumplen años, siguen vigentes, ganan proyectos, incursionan en nuevos mercados, plantean productos diferentes, etcétera. A mi parecer, y mira que ya son años, todo se resuelve con tener claro un primer paso. Uno sencillo, nada complicado pero que requiere un poco de humildad y empatía. La fórmula mágica sería: “Entender, con sinceridad, la necesidad que pretendemos satisfacer”. Es un primer paso brutal que marca la diferencia entre un profesional y otro, entre una empresa y otra. Eso, sumado a la capacidad de decir “no lo sé” y no sentir que muere tu ego por dentro. Nada más peligroso que alguien que sin entenderte, o sin saber, se aventura a darte un diagnóstico, un consejo, y peor aún, un tratamiento. Ya no te digo de venderte algo. Que miedo.
Hoy en día se habla mucho de la transformación digital, de la transformación organizativa, de la evolución de diversos modelos, e incluso hemos empezado a escuchar muchos “conceptos nuevos” como “Human Centric” o “Customer Centric”. Es curioso porque según pasa el tiempo volvemos a hablar de lo mismo de siempre, pero con nuevos y rimbombantes nombres. ¿No es acaso el objetivo de toda empresa el pensar y centrarse en sus clientes, o no es quizás una necesidad de las organizaciones (conformadas, aun, por humanos) pensar en las personas que las conforman y a las que sirven? …básico, ¿no?
Salvo que hayas estado viviendo en una cueva durante los últimos cien años, créeme que nada alrededor de estos planteamientos es nuevo ni estamos descubriendo la pólvora. Un buen amigo me solía decir “Son cosas de sentido común, JuanMa. Lastimosamente no es el más común de los sentidos”, y reíamos mucho, muchísimo. Aun lo hacemos.
…la tecnología cambia, avanza, evoluciona, pero la necesidad que persigue satisfacer sigue siendo la misma en buena cuenta…
Hablando en simple, hemos pasado de pensar en la domótica, otrora famosísima hace unos 15 años, como algo súper “alucinante” porque podíamos encender las luces o cerrar las cortinas de casa a distancia con un SMS (como suena de arcaico, ¿cierto?), a sorprendernos por la ahora llamada “Internet of Things” o como a muchos les gusta llamarla: IoT.
Si lo piensas por un momento, y hablando en simple desde luego, lo único que ha variado con los años ha sido el medio tecnológico, la capacidad tecnológica con la que contamos para hacer las cosas, y por supuesto, el nombre que con una buena dosis de marketing aparece y se posiciona como tendencia, novedad, gran salvación y, sin duda alguna, oportunidad de negocio. Yo sé que en este instante estás pensando en la IA (esto lo veremos en otro momento, y con alguien que sabe mucho, ¡pero de verdad!).
Me imagino que hasta este punto habrás tenido, por lo menos, un par de momentos “¡Es cierto! Yo estuve ahí!” o “¡Es cierto! Me ha pasado”, y sí, yo tambien los he tenido. Es la ventaja de cumplir años y de mantenerte constante en tu linea profesional. Si vives el tiempo suficiente es probable que puedas ver unas tres o cuatro veces como llega lo mismo con nombres y medios diferentes. Verás que sí, y reirás con cara de autosuficiencia diciendo “…qué me vas a contar!”, jeje. Pero no olvidemos la humildad, por favor.
Ahora bien. Si te fijas detenidamente en el fondo del asunto, la tecnología cambia, avanza, evoluciona, pero la necesidad que persigue satisfacer sigue siendo la misma en buena cuenta, y la siguen teniendo los mismos individuos, tu y yo, nosotros, vosotros, ellos. La sociedad, la humanidad, vamos. Con lo cual, mi planteamiento originario de “entender la necesidad” antes de dar el siguiente paso, no se contradice ni resulta incongruente, sino todo lo contrario.
¿No es acaso el objetivo de toda empresa el pensar y centrarse en sus clientes, o no es quizás una necesidad de las organizaciones (conformadas, aun, por humanos) pensar en las personas que las conforman y a las que sirven?
Pensando en este escenario, me puse a redactar lo que luego llamé #LaGuiaESM. Un modelo lógico, con un planteamiento sencillo pero poderoso, donde se busca partir del entendimiento claro de la necesidad (la demanda, el mercado, no?) para luego incursionar en la definición de objetivos que se relacionen con los de la organización y con las capacidades tecnológicas de las que disponemos. A partir de ahí definir el fondo de los servicios que vamos a brindar para satisfacer las necesidades que hemos identificado con detalle, soportando todo el movimiento por una estructura bien razonada de procesos que no solo sirvan como concatenación de actividades bien pensadas, sino tambien como fuente generadora de datos (que luego podremos explotar en nuestro propio beneficio, desde luego…).
La fórmula mágica sería: “Entender, con sinceridad, la necesidad que pretendemos satisfacer”
Tal y como ya he comentado en multitud de ocasiones, estas actividades impactarán de una u otra manera en la organización, en su cultura y en su estructura, y nos veremos en la necesidad de gestionar el cambio, la transformación de la organización, con lo cual harán falta tambien algunos modelos que nos ayuden a gestionar dichas circunstancias. Desde luego, en #LaGuiaESM tambien hablo de esto; y por último, pero para nada menos importante, llega el momento de ofrecer nuestros servicios al mercado, a nuestros clientes (internos y externos), a nuestros socios, e incluso a nuestros proveedores. Qué mejor momento para hablar del centro de servicios empresariales, donde con la ayuda de una solución ITSM/ESM, podremos explotar al máximo todo el trabajo realizado previamente. Con la intervención de una solución tecnológica potente y funcional, tras la aplicación de #LaGuiaESM, estoy seguro de que te transportarás a ese momento en el que le dicen a Daniel Sam “Enséñame a pintar a la cerca”, y el pequeño Daniel descubre que “sin querer” ha aprendido cómo defenderse. Estoy seguro. Prueba y verás.
Pero no olvidemos la humildad, por favor.
Tal y como explicaba al principio, la tecnología es un medio y no un fin, y lo primero que tenemos que tener claro es la necesidad que buscamos satisfacer y cómo lo haremos, antes de meter a la tecnología en la ecuación. ¿Por qué? Porque puedes terminar pecando de exceso o defecto, y como te decía en el primer párrafo: “Las organizaciones, las empresas, tienen un par de objetivos principales: ser rentables y competitivas.”, y la rentabilidad no se logra invirtiendo en soluciones que luego no sirven al objetivo que teniamos, ni cometer este tipo de errores nos vuelve más competitivos.
Te agradezco mucho por haber llegado hasta aquí, y espero que hayas disfrutado de este post, tanto como yo al escribirlo para ti.
¡¡Te dejo un abrazo!!
#LaGuiaESM cuenta con el patrocinio y respaldo de IZERTIS y de la Global Trust Association, y podéis descargarla desde aquí: laguiaesm.com