…y de pronto 7 años. Recuérdalos conmigo.

Sin darnos cuenta, y no exagero, se pasaron 7 años desde el día en que abrimos la primera oficina de PMC. De aquella época donde con solo 423 dólares en el bolsillo y mil sueños en encima, empezamos a escribir lo que sería sin darnos cuenta, una historia que marcaría un antes y un después en el mercado nacional, regional y latinoamericano. No miento cuando digo que, ni yo mismo hubiera imaginado todo lo que se hizo durante estos primeros siete años, y quizás enumeraré algunos logros, líneas abajo. El hecho es que, aunque han sido solo siete, miro para atrás y pareciera toda una vida haciendo empresa.

Recuerdo, y quizás tú también, nuestra pequeña oficinita en “Calle Chariarse”. No más de 50m2, donde inicialmente nos parecía mucho espacio y donde con “creatividad de nivel tetris”, teníamos un aula para 12 personas (pero cabían 16, jejeje), un área administrativa por la cual todo el que entraba al aula tenía que pasar por medio, una pequeña pero simpática recepción, y para de contar. Fue en esa pequeña oficina donde pocos meses después de iniciar operaciones, nació nuestra área de consultoría a demanda de nuestros clientes. De pronto era imposible siquiera transitar por aquella oficina, y puesto que no cabía ni un alfiler empezamos a utilizar el aula como espacio de trabajo. Una locura, jejeje. Antes de cumplir seis meses tuvimos que mudarnos.

Tras una mudanza sencilla, desembarcamos en nuestra nueva oficina en “Calle Bolognesi”. De seguro muchos de ustedes la recordaran. Era la del piso 13, en el edificio que tenía un ascensor espeluznante que fallaba más que una escopeta de feria. La de anécdotas que vivimos con ese ascensor, el edificio y “la niña que se aparecía por las noches”. No le faltaba de nada, teníamos hasta nuestro propio espectro, jejeje. En ocasiones, cuando el ascensor se echaba a perder teníamos que subir andando los trece pisos, y muchos de nuestros clientes también. Era una verdadera aventura; sin embargo, y no se puede negar, tuvimos grandes alegrías por aquella época. Confieso que fue una época de crecimiento notable, y yo vivía completamente histérico con la creciente responsabilidad que se iba posando sobre mis hombros. De pronto era responsable de gestionar una organización con un número considerable de personas y clientes. Claro, vida personal ninguna, trabajo, trabajo y más trabajo, pero ¡¡como lo disfrutábamos!!

“Bolognesi” fue, quizás, mi época más critica a nivel de nervios, presiones y demás. La misión de consolidar una empresa no es sencilla, y yo aún estaba en medio de todo eso. Fue en Bolognesi que superamos nuestra primera auditoria por parte de AENOR, y fue también ahí cuando logramos nuestra primera ISO/IEC 20000. Toda una proeza por aquel entonces, considerando que fuimos la primera empresa de capital nacional que la consiguió, y que luego ha sido responsable de más del 80% de las implementaciones ISO/IEC 20000 que ha habido en el país hasta la fecha. Ese año también, diciembre 2013, concluyó nuestra primera promoción de ITIL Experts. Los primeros 38 ITIL Experts que salían al mercado con un enfoque global, integrado y aterrizado. Una gran ceremonia, un gran evento y muchas alegrías. Recuerda que solo había pasado un año desde que abrimos la oficina. Un verdadero hito en el mercado.

Cuando cumplimos un año en Bolognesi, era evidente que ya no cabíamos cómodamente y tuvimos que mudarnos nuevamente. Para nadie era cómodo tener que hacerlo, pero ya no había más opciones. Nuestro equipo había crecido, necesitábamos aparcamientos, espacios diferenciados, etc., etc. Era una necesidad generada por el día a día. Fue en dicho ínterin que se ganó el proyecto de la ONP, en un consorcio con la extinta GMD. Un proyecto enorme y muy bonito, que tras mucho esfuerzo y dedicación se convirtió en la mesa de servicios más madura que tiene todo el estado peruano. Fue nuestra responsabilidad la definición del modelo de gestión, el análisis, diseño y la implementación de los procesos alineados con ITIL (la mayor cantidad de procesos implementados en el país, y muy probablemente en la región). También fue nuestra responsabilidad el garantizar que dicha implementación se plasmara en una herramienta ITSM de manera correcta. De este proyecto, mil anécdotas buenas y no tan buenas, pero que mirando hacia atrás solo me genera una enorme sonrisa y muchísima alegría. Fue un proyecto rodeado de gente buena, comprometida y realmente honesta. Con muchos de ellos me escribo seguido para mil temas. Cabe mencionar que, tres años después de dicho trabajo, volvimos con la misión de lograr la ISO/IEC 20000 de dicha mesa de servicios, y se logró sin lugar a dudas. Un verdadero hito para el país, siendo hoy por hoy la única mesa de servicios certificada en el estado peruano, con dicha norma.

Como decía líneas arriba, tuvimos que mudarnos a una nueva oficina. En esta ocasión el destino fue la “Calle Bolívar”, donde nos quedamos durante los siguientes 3 años. Durante dichos años asumimos diferentes retos y proyectos. Pusimos en marcha la primera implementación integrada (de verdad) de la ISO/IEC 20000 y la ISO27001 en un solo sistema de gestión, para uno de los principales integradores de aquella época: La siempre recordada Cosapi Data. También implementamos procesos ITIL en diferentes clientes, y de diversos sectores.

Cabe mencionar que, uno de los tantos proyectos ejecutados durante esos años, fue la implementación de la ISO/IEC 27001 para el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social del Perú, siendo el primer Ministerio del país en lograr dicha certificación. Un hito relevante para el mercado, para el país, y sin duda para nosotros. En esta casa siempre ha habido mucho que hacer y, sobretodo, que aprender.

Durante aquellos años también tuvimos algunas iniciativas fallidas y fracasos estrepitosos. El emprender no es una ciencia exacta, y confieso que me equivoqué en más de una decisión, pero no puedo más que rescatar lo mejor de cada uno de mis errores y aprender de ellos. Finalmente, no puede ser que todo sea alegría sin parar (¿o sí?). Lo he comentado en más de una ocasión, y no es secreto para nadie, el año 2016 y parte del 2017, fueron los peores años que haya enfrentado, como director, en mi vida. Un año atroz donde por la coyuntura política nadie nos pagaba, se nos juntó una cartera por cobrar inmensa (y no exagero), y eso generó una situación muy complicada para la empresa. Recordemos que, al margen de ir marcando la pauta y sendos hitos en el mercado, somos lo que se considera una “pequeña empresa”. Yo no tengo inversionistas detrás, ni socios capitalistas, ni grandes corporaciones que me rescaten o financien cuando tengo problemas. Somos una verdadera caja de talento y conocimiento, llenos de diferenciadores, experiencias y de una historia que ya quisieran muchos tener, pero somos una “pequeña empresa” al fin. Cuando una pequeña empresa se enfrenta a una cartera de impagos que se acerca a los 7 dígitos, créeme que estás en problemas. Cómo todo es una cadena, empezamos a tener problemas con proveedores, y mucho más. Una locura y una situación muy desesperante que, por increíble que parezca, muy poca gente es capaz de comprender a menos que la viva en sus carnes.

En medio de toda aquella vorágine y desesperación, tuve que financiar la operación durante meses con recursos propios y personales, con tal de no afectar a nadie y de cumplir religiosamente con todo el mundo. Tristemente, tiempo después, nos dimos cuenta que eso fue un error de novato y que al vincular lo emocional con los negocios, nada sale bien. Es cierto. Cometí un error. Me ganó la ilusión, tomando una decisión poco acertada. El hecho es que, tuvimos que hacer de todo para capear dicha situación, y afortunadamente con sus más y sus menos, no sucumbimos.

Siempre estaré agradecido con nuestros clientes, quienes en medio de todo nunca dejaron de confiar en nosotros y nos siguieron premiando con proyectos y servicios. Realmente somos afortunados (y muy queridos).

Sé que cuando algunos hablan de “sus emprendimientos”, se hinchan solo a comentar el lado bonito de la historia (y quizás por eso no tienen nada que contar, jejeje), pero quien realmente esté metido en el mundo de “hacer empresa”, sabe que no todo es alegría. Personalmente considero que si todo lo que se proyecta es alegría y éxito, algo no está bien en realidad. No es posible, toda luz tiene su sombra, todo es cíclico y todo día soleado se convierte en negra noche, para luego volver a amanecer. Es simple. Como siempre digo “si estás creyendo que esto de hacer empresa es pura alegría y un carnaval de billetes, te estás equivocando, pero bien”. Años después de vivir en esta “salsa”, tengo mucho que contar, mucho que compartir en base a experiencias reales. Algunas dolorosas y muchas extremadamente bonitas. “Así es la vida del artista”, decía mi abuela.

3 años después de llegar a “Calle Bolívar” y vivir un sin número de aventuras, nos mudamos nuevamente, buscando mayor comodidad y adaptando nuestra operación a un mercado que empezó a experimentar cambios bruscos y notables. Así pues, “sin querer queriendo” como dice el chavo, nos trasladamos a la esquina de “Calle Schell”. Un cambio importante porque por fin conseguíamos estar todos en una misma oficina y no repartidos en diferentes pisos, lo cual no facilitaba para nada nuestro día a día. Con el cambio de oficina llegaron, como siempre y gracias al cielo, nuevos proyectos, nuevos retos, nuevas ilusiones.

Entre unas cosas y otras, casi recién llegando a “Calle Schell” logramos superar los 300 ITIL Experts certificados en el país, y aunque hoy son ya casi 400, no creo que lleguemos a dicho número porque ITIL ya tiene nueva edición (ITIL4). Me comentaban hace pocas semanas que “la cantidad de ITIL Experts que hay en Perú, en comparación demográfica con otros países de habla hispana, es realmente aplastante”. En el país hay aproximadamente unos 400 ITIL Experts, y lo más bonito del asunto es que 378 son mis alumnos. Creo que el número es claro y sencillo. No hay mucho de qué hablar en ese sentido. Más de 7,800 alumnos en menos de 7 años, es una muestra clara de la enorme preferencia que tiene el mercado por nuestros servicios. Una organización que siempre se ha centrado en la calidad de sus servicios, en una manera diferente de hacer las cosas, y que, si bien distamos mucho de la perfección, créeme que lo intentamos con fervor.

En “Calle Schell” llevamos 2 años y un poco más, y estamos a puertas de cumplir 7 años desde que abrimos “Calle Chariarse. Desde nuestra llegada a esta nueva oficina, hemos participado en proyectos de implementación de procesos ITIL para la principal Caja de Ahorros del país, para la principal y más histórica Empresa Editora, para la principal Empresa Pesquera, para la principal Telco, entre muchas otras, al margen de sendos proyectos de implementación ISO. No puedo negar mi sorpresa cuando, revisando el informe de MERCO, caí en la cuenta de que habíamos trabajado para más del 80% de las principales empresas del país, brindándoles nuestros servicios y nuestra alegría característica. No lo sé, creo que no está mal para una organización que, sin mayor respaldo, socios, inversionistas, ni debiéndole favores a nadie, apareció “un buen día” hace 7 años.

¿Qué se viene para los siguientes años?, pues créeme que no te lo puedo contar (jejeje), pero llegan cambios muy importantes en medio de todo. Es hora de renovar la visión, y de apostar por muchas más iniciativas. Como sabes, siempre estoy metido en diferentes proyectos personales, algunos muy propios y algunos compartidos con grandes y destacados amigos; el hecho es que, llegan los primeros 7 años de esta organización, ya tengo 40 años y la vida nos sonríe en diferentes direcciones. De seguro estarás pensando en “qué estará tramando el JuanMa”, jejeje. Pero solo espera un poco y verás, ya mismo, ya mismo.

Nuevamente, a mis clientes, amigos, allegados, conocidos, confidentes, cómplices y demás personajes que me han acompañado en estos primeros siete años, quiero decirles ¡¡GRACIAS!!, y quiero que sepan que todo lo que soy, y todo lo que somos como organización, no es más que el resultado de vuestra confianza, cariño, compromiso.

Cuando ves a PMC, no solo ves una empresa, ves un concepto, una razón de ser, la fuente de inspiración de muchísimas organizaciones nuevas, la fuente de la que beben quienes no son capaces de tener ideas propias (a quienes agradezco el permanente halago al intentar copiar, y copiar), y el corazón de un mercado que tiene un antes y un después con nuestra llegada. Esa es la verdad, y no hay nada que decir en ese sentido.

No conozco a ningún “competidor” al que le caigamos bien, y lo siento de corazón. No es mi intención caerle bien o mal a las personas que compiten con mi negocio, pero la realidad es que entiendo claramente la situación. En todo caso, también les agradezco la deferencia.

A todos ustedes, muchísimas gracias por todo y, por tanto. Los llevo siempre en mi corazón.

Veamos qué nos traen los próximos siete años 🙂

P.D. El reloj que sostengo en la foto, fue lo primero que compré para la oficina de «Calle Chariarse», y aún sigue con nosotros marcando la hora y nuestro ritmo.

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