Solo se vive una vez, y no es broma

Imagina que una mañana te despiertas y de pronto todo ha sido un sueño. Todo, de pronto vuelves a tener 15 años y estás a punto de concluir la secundaria. Todo lo que has vivido hasta ahora solo había sido un sueño. Te embarga una sensación de consternación terrible y algo de angustia y melancolía, al descubrir que todo aquello que tenías hasta solo hace 5 segundos, no fue más que un sueño. Empiezas a reconocer el entorno, y claro, no estás donde estabas al acostarte. Curiosamente estás en tu habitación de cuando tenías 15 años (muy probablemente en casa de tus padres), y piensas “Qué está pasando. Esto tiene que ser un sueño. Pero qué real es todo esto”. Estás consternado, no hay duda. No sabes qué está ocurriendo, está claro; pero oh, sorpresa. No estás soñando. Lo estuviste hasta hace unos minutos, pero ya no. Has vuelto a tus 15 años, estás en la habitación de la casa de tus padres, y faltan algunos minutos aun para que suene el despertador que indica que es tiempo de levantarse y prepararte para ir a la escuela. Último año de la secundaria. ¡Qué locura!

Te imaginas, pues me ocurrió hace unos días y no fue una aventura del todo agradable. Creo que mucho tiene que ver cómo haya sido tu adolescencia por aquel entonces, y qué tanto te alegraría volver. En lo personal he tenido una vida llena de mil aventuras, mil situaciones que colmarían de alegría dos vidas, y otras mil que servirían para matar de tristeza a una persona cualquiera; sin embargo, no me quejo. Es mi vida, y la disfruté todo lo que pude durante cada día transcurrido hasta este mismísimo segundo en el que escribo este post. En mi sueño me desesperaba pensar en todo lo que había dejado por terminar en mi vida de adulto (la que había sido un sueño), me angustiaban las responsabilidades que se habían quedado colgadas al no estar yo presente. Era como sentir que había muerto, pero no. No había muerto. Paradójicamente había “recuperado 23 años de mi vida”, y tenia una oportunidad nueva para recorrer el camino, con más sabiduría y experiencia que cuando tenia 15 años. Angustiante, la verdad.

Cuando tenia 15 años, solo pensaba en una cosa: “terminar el colegio, ponerme a trabajar, buscar algo que me guste y a lo que dedicarme el resto de mi vida, y ganar mucho dinero”. No sé por qué, pero es una situación contradictoria en mi vida. Quienes me conocen saben que soy una persona austera, que no alardeo de tener más o tener menos, y que, si no me conoces y me ves por la calle o en alguna reunión, probablemente termines menospreciándome, jejeje. Es algo que aprendí desde pequeño, y quizás algo que me gusta mucho. No hace falta alardear para dejar huella durante el camino, solo hace falta hacer todo lo que dices que harás. Más te respetarán por tu palabra cumplida, que por la capacidad de prometer cosas que nunca llegan. No lo sé bien, pero creo que las cosas son así de simples, y desde luego respeto más a quienes son sinceros y honestos, que a quienes son alharaquientos e informales, por más que todo lo hagan desde una sonrisa y crean, equivocadamente, que tienen amigos en todos lados.

Así pues, volvía a mis 15 años y pensaba únicamente en cómo iba a lograr las cosas. Tú qué hubieras hecho, ¿Te lo has planteado? ¿Seguirías el mismo camino o lo cambiarías? ¿Tomarías las mismas decisiones o harías cosas diferentes? Contra todo pronóstico, esta experiencia me llevó a hacerme estas preguntas y, con gran sorpresa, te puedo decir que hubiera hecho exactamente lo mismo. Paso por paso, error por error, risas y llantos idénticos. No cambiaría nada, y ¿por qué?, porque todo lo que he vivido es lo que me hace quien soy, y me siento satisfecho conmigo mismo y con la vida que llevo. No es fácil, no lo ha sido, ni creo que lo vaya a ser en breve (jejeje), pero es algo que disfruto muchísimo. Así pues, llegue a la conclusión que es una buena pregunta y un buen punto de partida para saber qué hacer cuando te sientas confundido. Es decir:

Si te sientes frustrado, fracasado, triste, deprimido, incompleto, insatisfecho, no te gusta el ambiente en el que estás, no te agrada la vida que tienes, el barrio en el que vives; quizás la vida te ha pegado un par de patadas en la nuca y estás con la moral por el suelo o quizás con una rodilla en el suelo y la otra a punto de acompañarla. No te preocupes. Siéntate, respira hondo y pregúntate algo muy sencillo ¿Si pudieras volver a tus 15 años, ¿qué harías?, ¿Qué cambiarias? Con el conocimiento y sabiduría que tienes en este momento, ¿repetirías el camino? Si tu respuesta es “No, ni cagando. No repetiría el camino”, entonces hay algo más que considerar.

Identifica con sinceridad qué cosas cambiarias, qué parte de tu vida cambiarías, qué momento no repetirías, con quiénes no te volverías a juntar, dónde no volverías a presentarte, etc., etc., etc.; y luego date cuenta de que AÚN NO ES TARDE para dar un golpe de timón. Mientras estamos vivos hay esperanza, hay forma de hacer de nuestra vida algo mejor. Personalmente, y aunque a veces suene algo indolente, cuando algo no funciona o no me convence o me cansó de intentar cambiarlo, simplemente paso la página y me muevo hacia otro lado. No estoy plantado como un árbol, no he firmado ningún acuerdo que me ate a nada ni a nadie, ni he llegado aún al punto de mi vida en que me resigne a bajar los brazos y a vivir lo que la vida quiera darme. Si algo tengo muy claro, es que en esta vida solo hay una verdad absoluta “no importa todo lo que hagas, o todo lo que tengas, o qué tanto la gente te quiera, igual al final te vas a morir”. Así que, si la vida es así de simple, para qué complicarnos la vida. Lo único seguro es que nunca es tarde para empezar nuevamente, ni para decidir abandonar un camino infructuoso.

Algunos amigos y conocidos dicen “no puedo, tengo hijos, hipoteca, deudas. No puedo simplemente dejarlo todo de lado y cambiar de rumbo”, y mi pregunta siempre es la misma “¿Por qué? ¿Quién dice?”. Si tienes hijos, hipoteca, deudas y, quizás, una vida de mierda; ¿no es lógico que tengas que hacer algo radical para cambiar esa situación? Dónde dice que tienes que quedarte así por el resto de tu vida. ¿Estás loco? Si tu vida es algo muy diferente a lo que querías, o a lo que esperabas, pues cámbiala y listo. Recuerda que “igual te vas a morir”, así que en realidad estás viviendo tu única oportunidad. Si te quedas como estás, probablemente termines amargado y siendo solo el triste recuerdo de alguien que pudo ser y no fue. Mueve el culo y reacciona. Los hijos crecen y se van, las deudas no te llevarán a prisión ni mucho menos, nada de nada va a pasar realmente. Atrévete a buscar tu camino. Atrévete a cambiar de rumbo.

OJO, y si te va mal, pues nada. Sigue intentándolo. Habrá en el camino quien no te entienda. A lo mejor tu pareja (esposo o esposa) no te entiende y cree que estás loco o loca, quizás es hora plantearte si es la persona ideal para ti. Quizás no comparte tus sueños o tus ambiciones, y claro, dónde está escrito que tengan quedarse juntos para siempre. Eso es parte de un mutuo acuerdo en el cual ambos deben ser felices y crecer como personas. Si solo estás “atado” a alguien por el temor a estar solo, o por el temor de no ver a tus hijos, o por (peor aún) el qué dirán; estás loco perdido. Nadie te lo va a agradecer cuando el tiempo pase. Créeme. Puede sonar algo egoísta, pero tienes que buscar la mejor versión de ti mismo y salir adelante.

Dime, ¿Y tú qué harías si volvieras a tener 15 años mañana cuando amanezca?

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