La vida es realmente simple. Nosotros nos la complicamos. Siempre.

Una vez me dijeron que “el truco” para ser feliz radica en disfrutar de todo aquello que uno tiene, bueno o malo, todo tiene un objetivo para nuestras vidas. En ocasiones se presentarán acontecimientos algo confusos donde solo querrás salir huyendo, y en otras se presentarán algunos que harán que el pecho se te ensanche y la sonrisa no te quepa en el rostro. No lo sé a ciencia cierta, pero imagino que todos tenemos un poco de cada uno de estos, al menos de vez en cuando. Es decir, no todo es tan malo como parece, ni es tan bueno como quisiéramos. En el medio de todo, en ese pequeño momento donde la angustia se vuelve tranquilidad y dices “Ay, señor. Que alivio”, es al que llamamos felicidad. Hasta ahí creo que muchos estaremos de acuerdo, pero cae por fuerza una condición. Para que ese momento de tranquilidad llegue, debe de haber existido el otro. El de angustia. ¿no?

Paradójico pues. ¿se puede ser plenamente feliz? Pues no lo sé. Es como si estuviéramos “condenados a sufrir” si queremos “ser felices”. Si lo ves así, es lo que parece. Complicada la vida. De todos los proyectos en los que te embarcas, ¿cuántos terminan realmente como a ti te gustaría? ¿todos? No. Lo dudo mucho. Ahora bien, aunque eso sea lo normal y, en muchos casos, lo habitual, uno sigue buscando más y más. Uno sigue pensando en abarcar más y más, aunque es consciente de que en el camino tocará “pasarlo mal” de rato en rato. Eso cómo se llama ¿masoquismo?, jejeje.

Ahora bien. La sociedad nos ha puesto algunas cosas adicionales en este planteamiento. “Si te va mal, no importa. De los errores se aprende”, “Se aprende más de los errores que de los aciertos”, “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”, “lo ultimo que se pierde es la esperanza”, “el camino al éxito está hecho de errores y aciertos”, y una lista inacabable de «frases hechas» con la única finalidad de brindarnos algún tipo de consuelo durante el camino, mientras que seguimos remando y remando aun cuando ya estamos más que hartos o cansados. Recuerda que “la fortuna respalda a los valientes”, y que “si fuera fácil todo el mundo haría”, o mi favorita «solo los perdedores renuncian ¿eres un perdedor?» (sigue, sigue, sigue), jejeje. Seguro y se te vienen a la mente muchas más frases, ¿no?

Al final de cuentas te sientas una mañana y dices “yo lo único que quiero es vivir en paz, disfrutar de mi familia, de mi tiempo, de mis hijos, y de todo lo que he logrado con el transcurrir de los años mientras me repetía como un tonto: si fuera fácil todo el mundo lo haría”. En ese preciso instante te das cuenta de que la vida no es precisamente lo que habías planificado de chico, y que muy probablemente con cada paso que has ido dando (algunos colmados de éxito incluso), te has ido alejando de tu verdadero objetivo que, en muchos casos, no era realmente tan ambicioso como el que tienes ahora en mente. ¿Eso es malo? Creo que no. Pero claro, mi posición no es precisamente la mejor para decirlo.

Un amigo me llamó hace un par de meses y me dijo “Ya me cansé de todo esto. He renunciado y a partir del lunes inician mis clases de cocina. Voy a abrir un restaurante y seré feliz. Es todo lo que yo siempre he querido”. Grandísima fue mi sorpresa puesto que a este señor la vida no le iba nada mal, y porque precisamente el no era una persona que fuera a ser reemplazada con facilidad. Un buen tipo, buen profesional, y noble dentro de lo que cabe en este mundo. Mi respuesta ante su llamada fue sincera como siempre. Le dije “Que cabrón. Me ganaste. No sabes cuanto te envidio. Es exactamente lo que quisiera yo para mi vida”. Me alegré muchísimo por él y tras concluir con la llamada lo puse en mi lista de «PERSONAS CON DOS HUEVOS”. ¡¡Ole tus cojones, Claudio!! De corazón te lo digo.

Tras la llamada se me calentó «el chip». Era lo esperado, jejeje. Me senté en medio de toda esa consternación y me dije “algo tengo que hacer”. Armé mi lista de compromisos, proyectos, responsabilidades y objetivos, y tras revisarla con calma y detenimiento dije “oh, y ahora, quién podrá defendernos”, parafraseando al “chapulín colorado”, jejeje. La volví a mirar una y otra vez. Le di una vuelta. Le di otra. Luego una más. Tras más de 10 vueltas llegué a una conclusión: “Tengo una vida que ha ido siempre en la línea que marcan las frases de los primeros párrafos. Tengo lo que muchos podrían considerar éxito, y he superado con creces casi todo lo que me he propuesto en la vida (casi); sin embargo, todo este camino no ha hecho más que alejarme de mis objetivos más simples y originales”.

Puede sonar algo estúpido, ya que sin duda muchos en este mundo solo quieren lograr el éxito profesional, ser destacados personajes, poseer cosas y gozar de ciertas comodidades. No lo dudo. De seguro es el objetivo de casi todos, y aun sigue siendo el mío (jejeje). Pero ¿qué pasa si en realidad cada paso que damos nos aleja de donde realmente queremos estar? Qué pasa si nuestra vida pudiera ser más simple y satisfactoria, y solo nos estamos complicando la existencia asumiendo más y más retos en un mundo y en una sociedad pensada y diseñada para hacernos ir y venir de un lugar al otro, y que NUNCA sea suficiente (¿te suena «Nada es imposible»?). ¿Qué pasa si es así en realidad, y solo somos una especie de hamster en la rueda? No lo sé. Complicado, ¿no?

Un día te despertarás y estarás viejo y agotado, pensando en cómo te perdiste los mejores años de la vida de tus hijos (sin contar los tuyos, desde luego. Esos también los perdiste), en cuantos meses de tu vida has desperdiciado en el tráfico al ir o venir del trabajo (multiplica las horas de cada día, por las semanas y los años que llevas haciéndolo), o en cómo dejaste pasar a grandes y buenas personas (que fueron saliendo de «tu nivel» conforme ibas creciendo) por seguir un camino que solo conseguirá llevarte a donde no quieres llegar realmente. Quizás en ese momento empieces a dar consejos para que nadie persiga el éxito mundano, sino quizás el personal o espiritual. No lo sé. Solo sé que esta mañana hace frío, cae la lluvia, y echo de menos a muchísimas personas. Quizás sea solo un momento de melancolía, producto de un mal sueño o de un rato de pensamientos tristes. No lo sé. Lo bueno es que mis emociones aun funcionan y están a pleno rendimiento.

Dicho esto, solo me queda seguir trabajando para encaminarme hacia la consecución de mis objetivos, seguir pensando en que aun hay mucho que hacer y mucho por lo que luchar, y disfrutar del día a día que el cielo me regala. No tengo una vida de la cual quejarme sino todo lo contrario. Con sus más y sus menos, con mucho o con poco, en soledad o rodeado de cientos. La vida es bonita y se configura tal y como tú quieras. Si quieres.

Si estás harto, quemado, cansado, aburrido. Si el lugar donde estás no te está acercando al lugar donde crees que quieres o necesitas estar, muévete. Si no te han reconocido lo suficiente en todos estos años, muévete. Qué crees, que lo harán en los siguientes cinco o diez años (jajaja). Si tu vida no es lo que querías que fuera a la edad que tienes, entonces levántate y sal corriendo. Te acuerdas de “Louis” (Franco De Vita), pues que no te pase lo mismo. En este instante estás «esperando a que cambie la luz del semáforo». Muévete, pero ¡¡muévete YA!!

Échale coraje al asunto. Verás como en una temporada mirarás hacia atrás y te reirás. Siempre es así. Total, “no hay mal que dure cien años…” =P

¡¡¡Que tengas una semana espectacular!!!

Facebook
Twitter
LinkedIn