…la hora de los cruzados no ha terminado. ¡¡Aquí estamos!!

Una vez, hace mucho tiempo, existió un conjunto de buenas prácticas para la gestión de servicios, el cual con el paso de los años logró cierta relevancia global por cuanto se nutría de verdaderas buenas prácticas y de disciplinas bastante más maduras y profundas que su propio sentido. Este conjunto de buenas prácticas llegó a tener un nivel de madurez realmente relevante y, para casi cualquiera que estuviera muy metido en temas de gestión y administración de empresas, era un marco fácilmente aplicable y sostenible. Digamos pues, que este conjunto de buenas prácticas empezaba a posicionarse como una verdadera disciplina y que, sin lugar a dudas, perduraría por muchísimos años ya que finalmente estaba perfilándose para ser algo “del mundo”.

Por aquel entonces, verdaderos expertos y personas interesadas en generar conocimiento y enfoques variados, prestaban su tiempo y dedicación a engrandecer cada día más este conjunto de buenas prácticas. Para la inmensa mayoría resultaba una colaboración ad honoren, pero en dicho momento y con semejante oportunidad, el dinero resultaba además de innecesario, una ofensa. Lo que se quería era formar parte del movimiento y no necesariamente lucrar con ello, puesto que el negocio no era ganar dinero con tus aportes, sino con los resultados y el prestigio que podías lograr con tu colaboración a algo que era, por aquel entonces, más grande que tú mismo.

…sabemos que no exagero y sabemos también que es hora de hacer algo de una vez por todas.

Es cierto que este conjunto de buenas prácticas nos empujaba a más y más dudas del tipo ¿cómo hago esto, o cómo hago aquello?, pero el planteamiento era necesariamente poderoso en cuanto a enfoque y posibilidades. No vamos a negar que muchos de los que hemos vivido en el ecosistema durante los últimos 20 años, hemos tenido que hacer “magia y malabares” para establecer alguna metodología, guía, e incluso alguna fórmula para poder utilizar los procesos de manera exitosa, y era precisamente en el hecho de generar dicha experiencia donde radicaba el poder de “la comunidad”. Una comunidad donde uno destacaba más allá de los “fantoches”, por su experiencia, conocimiento y capacidad para hacer “magia” con dichas buenas prácticas y ayudar a las organizaciones a mejorar su forma de trabajar. “Aportar valor” le llamábamos por aquel entonces, y aun cuando muchos ya no entienden a qué se refiere “ese valor”, varios hoy en día lo repiten como si de un mantra se tratara. Es una pena.

Nos han orillado hacia un sentimiento extraño, triste y, por qué no decirlo, desolador.

En verdad no es del todo raro que esta situación se haya producido. No es raro, pero no hemos hecho nada al respecto. De alguna manera es culpa nuestra. De todos los que lo vimos venir y no dijimos nada. Es una pena, sí. Muy grande.

De pronto un día, algo que fue creado por muchos y que muchos ayudaron a mantener y mejorar con los años, de pronto un buen día pasó a tener rasgos muy marcados de “producto”. Un producto que, si bien siempre tuvo un propietario, empezó a perder el alma y se convirtió solo en algo transaccional y meramente comercial. Un producto que aun cuando muy en el fondo se mantiene su esencia, el entorno y el ecosistema donde se desarrolla ya no es el mismo, pero ni de lejos. Se ha perdido el norte, “la magia”. Ahora todo se centra en la comercialización de “cosas” que no tienen profundidad ni contenido real (pero siguen siendo, año con año, más costosas sin aportar nada más), con políticas comerciales realmente abusivas y sin sentido (por no mencionar la competencia “desleal” que promocionan y patrocinan), a través de un monopolio que comercialmente hablando puede estar muy bien, pero que se está encargando de “asesinar” todo aquello en lo que creíamos. Nos han orillado hacia un sentimiento extraño, triste y, por qué no decirlo, desolador.

Todos los que vivimos en medio de esta vorágine, somos conscientes de que es nuestro conocimiento y nuestra experiencia la que realmente hace que muchas cosas tengan sentido. Es nuestro empeño, dedicación y esfuerzo el que logra que nuestros clientes reciban verdadero conocimiento y cosas tan tangibles como aplicables. Somos nosotros y nuestra capacidad lo que le da forma a todo esto, y no los «panfletos» que solo hacen que se eche de menos aquellos tiempos donde si había contenido (contenido que aún vive en nuestras cabezas, y que es lo que le da sentido a todo esto).

…uno destacaba más allá de los “fantoches”, por su experiencia, conocimiento y capacidad para hacer “magia”…

Es como si hubiera terminado el tiempo de “los cruzados” y hubiera llegado el tiempo de “los mercenarios”. Un símil bastante triste, sí. Pero todos los que estamos en el ecosistema desde hace más de 15 años, sabemos que no exagero y sabemos también que es hora de hacer algo de una vez por todas.

…verdaderos expertos y personas interesadas en generar conocimiento y enfoques variados, prestaban su tiempo y dedicación a engrandecer cada día más este conjunto de buenas prácticas.

En ese sentido, muchísimos amigos y yo estamos convencidos de que la hora de un cambio marcado y sostenible, ha llegado. Somos más los que echamos de menos aquellos buenos tiempos, que los que están dispuestos a seguir siendo “los obreros” de un régimen injusto y totalitario.

Dice una frase:

“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”

Ahí te dejo eso…

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