Llevo los últimos 20 años dentro del mundo de la consultoría empresarial (mea culpa, jeje), siempre con un enfoque de procesos de negocio y cómo se soporta la actividad de la organización a través de servicios de todo tipo. Casi, casi como jugando se pasaron dos décadas, o cuatro lustros como diría el padre de un amigo. En este camino he visto muchísimos cambios (sobre todo en tecnología, claro), mejoras, errores, aciertos y soberanas catástrofes empresariales. El camino ha sido intenso, bonito y sin duda he logrado hacer de este oficio un estilo de vida, y las más de 50 empresas (medianas y grandes, de diferentes industrias) atendidas exitosamente, así como los miles de alumnos que he tenido (y sigo teniendo), pueden dar fe de esto y de la forma en la que suelo enfocar los problemas y las soluciones, y de que suelo decir las cosas de manera que las pueda entender cualquiera. Hablemos en simple y sin parafernalias absurdas que solo sirven para hacer perder el tiempo a unos, y para lucrar a otros. Empecemos, pues. Dice así:
Si te pido que frías un huevo, asumiendo que tienes un par de dedos de frente, ¿tú qué harías? Lo normal es que enciendas la cocina (La hornilla. Necesitas fuego, pues), que utilices un sartén, le pongas algo de aceite y luego lances el huevo sobre el aceite, para posteriormente ponerle un poco de sal, ¿cierto? Cómo lo sabes, pues por lógica sencilla. No voy a lanzar el huevo sobre la lumbre, y luego poner el sartén encima, lanzarme sal en la cabeza, para luego esparcir aceite sobre el suelo. No tendría sentido, ¿verdad? Si lo hicieras, quizás alguien podría decir que eres imbécil, o que estás experimentando algo malo a nivel neurológico en ese momento.
Lo mismo ocurre con las organizaciones. Por dónde empezar cuando buscamos un cambio, una mejora, una transformación. Lo primero es tener claro lo que queremos lograr (freír un huevo), luego ser consciente de todo el entorno que nos rodea (estoy en una cocina ¿o no?), tener claro de que recursos dispongo (tengo sartén, aceite, sal, fuego, ¡¡un huevo!!) y de cuáles no. Cuando por fin tienes claro tus recursos, buscar la forma de conseguir los que te faltan y claro, averiguar qué implica conseguirlos y si esto es algo que está dentro de tus posibilidades o no. No es un delito querer freír un huevo y no tener cocina. El error está en saber que necesitas una cocina, y de puro necio (bestia) entercarte en freírlo con una lupa o con un mechero, o peor aún, querer freír un huevo sin tener uno a la mano. Hay que ser conscientes de lo que debes hacer, lo que tienes, lo que no, lo que puedes conseguir y lo que no, etc. Recuerda que “no puede ser el collar más caro que el perro”. No olvides que, aunque ahora le quieras llamar “iniciativa disruptiva”, “innovación”, “transformación” o como te apetezca, la realidad es que seguimos hablando de proyectos y estos deben ser rentables y gestionables. En este punto la fe tiene muy poco que ver, y ponerte necio con algo que no se puede (por múltiples razones), solo traerá problemas y pérdida económica (lo cual implica más que romper un huevo o dos).
Con esta onda de la Transformación Digital, veo a muchos que tienen “la formula” y así la venden o la promocionan. Algunos se basan en aplicaciones, otros van “erre que erre” hablando y hablando de innovación, otros más curiosos se centran únicamente en técnicas lúdicas y coloridas (generadores de felicidad, buen rollo, alegría a tope, post its, e incluso malvaviscos, jeje), sin olvidar a unos más atrevidos que ya tienen hasta plantillas para lograr la transformación digital en tu empresa. ¿Un poco locura, no crees?
Si cada cabeza es un mundo diferente a otra, si todos somos diferentes de una u otra manera, si la vida y la sociedad en la que se desarrolla cambia radicalmente con solo movernos algunos kilómetros, pues, ¿Qué nos hace pensar que las organizaciones son iguales o que lo que funciona en una tiene (o siquiera podría) funcionar en otra? Cada organización es única en su más pura esencia, y por ende se requiere de un camino propio para lograr los objetivos que se tracen (aunque estos se parezcan de alguna manera a los del resto). Si las condiciones no son idénticas, ¿entonces porque la solución lo sería? Sentido común, amigos. Sentido común, acompañado de experiencia, confianza y apertura de mente. Libérate del “plantillazo” y de los atajos extraños (que ya sabes que nunca te llevan a dónde quieres, ¿o sí?).
Si se puede. En serio. No te compliques tanto, y razona un poquito. No todo es marketing, y freír un huevo seguirá siendo “freír un huevo, en un sartén, con aceite y sal”, aunque algunos empiecen a llamarlo “solidificar la estructura molecular de un embrión de gallina, a base de elevar la temperatura del mismo en superficies elípticas o circulares, complementando el ejercicio con alguna sustancia combustible susceptible a los cambios de temperatura, y agregando matices de diferenciación a base de cloruro de sodio altamente refinado”.
Al igual que en la imagen que acompaña este post, no hace falta complicarse la vida para hacer que algo que podría ser “sencillo”, termine siendo complicado o laberintoso para justificar otros intereses. ¿Empacarías un huevo frito para comercializarlo? No vayamos tan lejos, jeje.
Tenlo claro. Gracias por llegar hasta aquí. ¡¡Que tengas un buen día!!