El tiempo pasa. Envejecemos…

Hace un par de dias caí en la cuenta de que sin mis gafas no puedo estar frente al ordenador. En realidad puedo, pero se me dificulta mucho ver claramente. Tambien, esto fue hace unos meses, he notado la presencia de muchísimas canas en lo que fue mi negra cabellera. Antes solo me daba cuenta de que estaban ahí cuando me cortaba el cabello muy corto; sin embargo, ahora es evidente que tengo muchas “rayas blancas” en la cabeza y en la barba, sin mencionar “los surcos” que tengo alrededor de los ojos cuando sonrío (que lo hago mucho, jeje). Como la vida pasa tan rápido y de manera tan vertiginosa, muchas veces no nos damos cuenta de lo que en realidad está ocurriendo: Envejecemos. Nos vamos.

Está claro. No me puedo considerar un anciano aun, ni mucho menos sentir que he disminuido en mis capacidades, jeje. Pero realmente ha sido un despertar el ver que no somos los mismos que hace unos 25 años. Eso es bueno, en muchos sentidos. Todo depende de cómo lo veas (o de cómo lo quieras ver).

Mi vida, sin animo de victimizarme, siempre ha estado llena de complicaciones y aventuras, las cuales (como a todos) me han hecho ser quien soy y vivir el presente que vivo. No puedo quejarme en lo más mínimo de todo esto, pero sí he logrado ver las cosas con otra óptica. Miro hacia atrás con alegría y satisfacción, y hacia adelante con ilusión y mucha expectativa. Definitivamente hubo un antes y un después a mi contagio con covid19. El haber logrado sobrevivir a tan terrible experiencia me hizo plantearme las cosas de una manera diferente, y mis planes necesariamente tuvieron que cambiar de dirección.

Una mañana me desperté pensando en que la frase “el tiempo se pasa volando” no es solo un cliché, sino más bien una sentencia definitiva e inapelable. Mi familia, mis amigos y tantísima gente a la que aprecio (como tu), envejecen conmigo; es decir, el tiempo pasa igual para todos aunque no quieras o aunque te tomes las cosas con más o menos filosofía. No puedes detenerlo, no puedes congelarlo, no puedes comprarlo, ni puedes recuperarlo. Simplemente pasa. Se va. Se acaba.

Es importante tomarse unos minutos para reflexionar al respecto, ya que de lo contrario el tiempo sigue pasando sin que te des cuenta y, muy probablemente, cuando reacciones será demasiado tarde para muchas cosas que deseabas con fervor y que, por unas o por otras, nunca empezaste. Es duro, pero es real o ¿acaso tenemos otra oportunidad después de que esta vida termine, o alguien puede garantizar realmente que “volveremos a empezar”? No se puede.

Mis hijos crecen (los cuatro), y en breve estarán pilotando sus propias vidas y acumulando sus propias aventuras, lo cual los terminará convirtiendo en quienes tienen que ser. Yo, por mucho que anhele lo mejor para ellos, solo puedo guiarlos en el camino más no caminar por ellos (aunque me encantaría, jeje). Es una pena, pero no somos eternos y lo peor que podemos hacer en ese sentido, es criarlos como si así fuera. Deben ser conscientes de eso.

En fin. Esta fría y lluviosa mañana me he despertado pensando en mis canas, mis hijos y todo lo que tengo que hacer durante la semana (reuniones, tratos y hasta vuelos incluidos), y no quería dejar pasar esta pequeña reflexión. Tomate un momento, pisa el freno, mira bien a tu alrededor y abstráete un poco. Intenta ver tu vida “desde arriba”, y verás que algo se nos está pasando a todos por ir tan deprisa: La vida.

Te dejo un abrazo enorme y espero que tengas una gran semana.

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