El síndrome del don nadie (y los oscuros personajes).

No sé si te haya pasado, pero si no has tenido la experiencia siéntete afortunado. Para bien o para mal, hoy en día tenemos que relacionarnos mucho y con una cantidad de gente que hasta hace unos 20 años atrás hubiera resultado casi imposible. Diría yo que esta situación no tiene nada de malo y que por el contrario, resulta interesante y provechosa para quienes saben o pueden aprovecharla realmente. Para nadie es un secreto que no cualquiera sirve para relacionarse abiertamente, y que algunos lo hacen realmente mal (como otros bien); sin embargo, llevo una temporada marcando con un “check” a algunos personajes con los que me voy topando. No son muchos, pero son (parafraseando a Vallejo, jeje). Una nueva estirpe de personajes que, unidos a los que viven obsesionados con reunirse, se suman a lo que he denominado “síndrome del don nadie”.

¿Qué características o síntomas he encontrado? Veamos, pues:

  • Necesitan reunirse sí o sí. Si es en un Starbucks o en un “almuerzo de trabajo”, mil veces mejor. Es como una obsesión con el estereotipo de “ejecutivo de manhattan”que decide negocios millonarios con un periódico en la mano, y el móvil en la otra, mientras va bebiendo (no sé con qué mano) de un cremoso mocachino (¿se escribe así? Ni idea). Claro. Tu yo sabemos (y el personaje también) que no va a decidir NADA, ni mucho menos. Solo es “la pose” que necesitan auto satisfacer. Esa necesidad de mirarse al espejo y decir «soy un winner, no soy un loser» (aunque la verdad la saben de sobra, y de ahí su actitud). Al margen de todo, esto de las reuniones es un mal que se debería extirpar. No hacen falta muchísimas de las veces en las que se convocan, pero a algunos “les pone” ver su Outlook llenito, llenito.
  • Nunca te pueden dar una respuesta de inmediato, y necesitan exageradamente que los llames y los busques cien veces antes de, por fin, decirte que realmente no tienen ni presupuesto, ni capacidad de decisión, o lo que es peor, que en realidad nunca les interesó tu propuesta para nada (pero llámame mañana, ¡¡por favor!!). A estos personajes en particular los verás fácilmente con pose de “agobiados” en medio de casi cualquier situación, y con cara de “Uff, no me dejan en paz nunca. Todo el mundo me llama. Todos me buscan” (claro, si te la pasas diciéndole a la gente que te llame mañana para seguir haciéndote el interesante, ¿qué quieres, pues?).
  • Te llaman ellos para pedirte opinión o ayuda y, desde luego, te piden que vayas a reunirte con ellos. Bueno, imagina que vas, pues. Cuando llegas a la reunión tardan la vida en recibirte (no vaya a ser que pienses que les enseñaron a respetar a los demás, o que tú eres especial), y cuando por fin salen a recibirte (si es que lo hacen), salen con pose de “divo del pop” (poco más haciendo el «munwuoker») y con cara de “A ver, pues. ¿Qué necesitas?”, cuando eres tú el que está acudiendo a su llamado (Son terribles, jajajaja).
  • Cuando te toca visitarlos, si tienes la costumbre de llegar a tiempo, te hacen esperar media hora o más (porque tu tiempo no vale igual que el de ellos, recuérdalo), y al sentarse a la reunión te salen con un “Cuéntame, a ver. Qué me traes” (En dicho instante tu cerebro ya se conectó a tierra, si o no?). Luego les preguntas “¿Qué necesitas? Me llamaste tú”, para solo recibir comentarios absurdos innecesarios, fuera de contexto, alejados de toda lógica, o simplemente estupideces que bien pudieron aclararse entrando al google y no haciéndote perder un par de horas (al menos). Súmale a todo esto que, cuando te pones explicar lo solicitado, te ignoran mirando su móvil (recuerda que su outlook está llenito) o, estos son mis favoritos, se ponen a comer con la boca abierta mientras tu hablas como el tarado que eres (por estar ahí), y de pronto en medio de tu fulgurante momento de explicación, desde del fondo de su ser exclaman un gutural «no entiendo. Puedes repetir (todo, desde el buenos dias)». ¡Kill me, please!
  • “No me preguntes nada, que nada he de explicarte”. Si por X o por Y motivos tienes que llamarlos para hacerles alguna consulta (para poder armar bien la propuesta y no cometer errores innecesarios), te contestan (si tienes suerte) en plan “yo no tengo tiempo para ayudarte con tu trabajo, ¿no eres tú el que sabe?”. Hombre, tiene sentido si lo llamaras para preguntarle cómo hacer algo que tu deberías saber, pero si lo llamas para preguntar por datos que solo tiene esta persona, ¿Qué esperas? ¿Qué adivine o qué?. Ya a partir de ese momento puedes tener claro que te has metido en el proyecto equivocado, y ojala le hayas cobrado por adelantado porque de lo contrario, ademas de hacerte perder tu tiempo de manera espectacular, perderás dinero.
  • Luego están los más enfermos. Te piden una cotización, luego te piden que la cambies mil veces (según ellos por variación de alcance o por múltiples escenarios), cuando LA ÚNICA REALIDAD es que están viendo de qué manera consigue que tu cotización se reduzca en un 80% por lo menos (a eso le llaman en el argot ser «un osado gestor» o un «gran negociador». Mi abuelo los llamaba de otra forma, empezaba por «miser», y terminaba por «able». Al finalizar el ir y venir de mil estúpidos correos, llamadas para intentar hablar con el insufrible (al que le encanta que lo vean “agobiado” con el teléfono y los correos), al menos 3 reuniones absurdas e insultantes, y mil cosas sin sentido más; va y te dice que no le alcanza el presupuesto o que no se lo han aprobado, o que comprarán en otro lado que les cobra la quinta parte “y le ofrecen lo mismo” (jajajaja, si pues. Lexus es igual que Lifan. Los dos empiezan con L, así que son lo mismo).
  • Y por último, cómo olvidar a los que no tienen a nadie detrás (ni nada en los bolsillos), pero se autodenominan CEO (a la par que van buscando trabajo en donde sea). Esos sí que son un caso. Si conoces a alguno, llámalo y escúchalo. Las risas que te proporcionará al hablar como si fuera la versión mejorada de “Súquenver”, no tienen desperdicio, y ademas es gratis. Yo tengo un par al que llamo de rato en rato, solo para desestresarme.

Bueno pues. El hecho es que la práctica totalidad de los que cumplen con estas características tienen otro factor en común: son unos verdaderos don nadie que no tienen ni el poder que alucinan tener, ni la capacidad de decisión que te dicen que tienen, ni muchísimo menos tienen la más mínima idea de lo que quieren (ya no hablemos del presupuesto que “dicen” manejar).

En el último año he visto a 6 de estos “personajes” perder su trabajo (seguro y se dieron cuenta que era un inútil con ínfulas de “gran valor”). De esos 6, 3 me han enviado el CV (como a mucha gente de seguro), y de esos 6, los 6 son realmente percibidos como “mala gente” en el mercado, y todos los que han trabajado con ellos les desean realmente cosas «muy variaditas». Lo curioso es que si ahora (que no tienen trabajo) te los cruzas, son más lindos que el perrito de papel Scott (el labrador), pero espérate a que alguien les vuelva a dar trabajo y verás cómo vuelven a ser los insufribles patanes que siempre han sido.

Tengo la suerte de trabajar y de conocer muy de cerca a profesionales realmente valiosos y sumamente posicionados (los cuales me escuchan y piden referencias constantemente), y créeme qué el que verdaderamente ES, no tiene porqué ir con ese tipo de “poses”. Del mismo modo qué el que realmente TIENE, nunca lo aparenta. Algunos amigos realmente han logrado llegar lejísimos, y siguen siendo igual de llanos y nobles que cuando “no tenían nada de nada”. Creo que es cuestión de cómo te educaron en casa. No lo sé, pero un grave complejo hay por ahí, sin duda alguna. “El síndrome del don nadie”, pues 🙂

Espero que no te hayas encontrado con ninguno aún, pero si vas viendo alguna de estas características por ahí, ¡¡corre!! …no vaya a ser que se pegue, y termines frente a un espejo repitiendo como loco «soy un winner, no soy un loser», jajaja.

En mi experiencia, el que te quiere comprar te compra (y son mis clientes favoritos, a quienes pongo en mi lista de gente en la que puedes confiar, más allá de lo netamente mercantil), el que te quiere ayudar te ayuda (y no pregunta ¿para mi qué hay?), y el que realmente necesita reunirse contigo tiene una razón y un motivo, no solo hacerte perder el tiempo (solo porque al otro, evidentemente, le sobra). Me ha tocado ver tantas y tantas cosas (en diferentes idiomas, países y realidades), que podría decir que las “poses” no tienen nada que ver con la ubicación geográfica, y los ademanes de “gran valor” tampoco.

¡¡Que tengas un buen día!! 😉

P.D. La foto la hicimos esta mañana en nuestra “Sala negra”, solo con la iluminación de un mechero. Ya sabes cómo somos por aquí, jeje 😉

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