Dueño de tu propio destino. Si quieres.

Un amigo me dijo que cuando tuviera la oportunidad de ser feliz, la atrapara y no la dejara ir. Que cuando las cosas se cruzan por nuestro camino, siempre es por algo, y rara vez es producto del azar o de “la suerte”. Normalmente todo lo que ocurre, lo hace porque debe ser así y listo. En ocasiones esa sentencia me hace pensar en el hecho de vivir un camino que está establecido ya, y que pocas veces puede variar (porque se supone que está escrito), lo cual sinceramente me causa cierta frustración.

Esta manera de ver las cosas me permite no caer en situaciones de resignación o conformidad. No acepto las cosas simplemente porque ocurren o porque se presentan. Si no me gusta, lo cambio. Si no estoy de acuerdo, lo digo. Si no me interesa, no lo hago. Es simple. Hay que saber decir que no. En los negocios pasa lo mismo. No es muy diferente a la vida misma. Durante tu vida como emprendedor, se presentan 365 oportunidades al año para hacer negocios (más si las multiplicas por las horas que tiene un día, jejeje), y la verdad es que no todas esas oportunidades son lo que tú crees que son, ni todas son para ti, ni todas serán el golazo que tú crees que son. En esta situación también se comete -muchas veces- el error de pensar que todas las oportunidades que llegan a tu puerta son precisamente oportunidades que ayudarán a mejorar tu vida o tu negocio. Eso no es cierto. También pueden ser oportunidades para aprender cómo no hacer negocio, cómo equivocarse radicalmente, o también pueden ser la oportunidad para aprender cuál es tu límite personal, mental o emocional. No todo lo que se presenta se debe tomar como oportunidad. Al menos no sin antes analizar las cosas.

Lo cierto es que ese “instinto” se va afinando con el tiempo. Muchas veces no aprendes a identificar las amenazas disfrazadas de oportunidad, hasta que es demasiado tarde; sin embargo, hay quienes las ven venir a kilómetros y quienes tienen ese instinto muy afilado. Es la realidad más real que he podido comprobar en mi vida. Conforme vas desarrollando el instinto, hay condiciones que se van transformando y reacciones que se van educando. Por ejemplo, digamos que dejas de emocionarte frente a “una gran idea”, porque en realidad has aprendido, con sangre, una frase que dice “too good to be true” (demasiado bueno para ser cierto), y es lo mejor que puedes aprender, créeme. Cuando esa condición aparece en tu vida, cuando se acopla a tu carácter y ves las cosas con ojos realmente críticos, sobrios y con la cabeza fría; te has convertido en un hacha para los negocios. Es ahí realmente cuando podrás aprovechar las verdaderas oportunidades que la vida ponga en tu camino, y descartar sin ningún tipo de culpabilidad las que no lo son.

En ese camino, sin darnos cuenta, nos habremos vuelto personas con un instinto más afilado no solo para detectar oportunidades y amenazas, sino para detectar a quienes son portadores de estas. Esto nos lleva por lo general a cambiar nuestro comportamiento, muchas veces sin darnos cuenta, y volvernos personas a quienes se percibe como “calculadoras”, “frías”, e incluso hay quienes dicen que “no das puntada sin hilo”, y bueno pues ¿Qué podemos hacer? Así es la vida del artista, y recuerda que para ser emprendedor debes tener un espíritu artístico sin duda.

En lo personal considero que cuando has desarrollado ese instinto, simplemente te vuelves más selectivo con las cosas, con las personas y con los objetivos. Llegas a darte cuenta de que nadie va a mover un dedo por tu vida y tu futuro, si no lo haces tú mismo.

Entonces no se llamaría egoísmo realmente, simplemente hablaríamos de un resultado natural al aplicar el sentido común ante una realidad que en muchas ocasiones nos entrenan para no verla. Es casi, casi como si todo lo que hemos aprendido en esta vida nos preparara para no darnos cuenta de muchas cosas, y vivir medio alelados durante todo el tiempo. Es algo así como “Matrix”, pero en el mundo en el que vivimos. No es una película, ni tú eres NEO. Pero te tiene medio adiestrado de forma que seas un elemento más o menos útil a un propósito común.

Hay que despertar, abrir los ojos y darse cuenta de todo lo que nos rodea. Oler y tocar no es suficiente, hay que morder y empujar. Hay que ser más y más conscientes cada día, y tomar la decisión de hacer lo que mejor nos parezca en cada mañana. Si tras todo ello tu decisión es moverte cómodamente y vivir en un entorno sencillo y sin mucho apuro o agitación, bien. Pero que sea tu decisión y no solo lo que “te enseñaron” a hacer como individuo que forma parte de la sociedad, y que sigue el rumbo que esta le ha trazado.

Despierta, oye. ¡Despierta de una vez!

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