Me despidieron. ¿Ahora qué hago?

A todos, durante nuestra vida profesional, llega el momento en el que nos toca abrir las alas y volar. Ya sea porque queremos algunas otras cosas que no estamos logrando, o porque nos despiden directamente. Cuando ya has pasado una buena parte de tu vida trabajando para otros, sabes que esta situación puede darse y de seguro, en más de una ocasión, se dará.

Definitivamente no es una sensación cómoda. De hecho, genera temor, angustia y muchas otras sensaciones algo negativas. Incluso he conocido gente que se va antes de que la echen, con la idea de no tener que “padecer la incertidumbre”. En mi experiencia las empresas tienen la “buena práctica” de decirte adiós los jueves o los lunes. En el primer caso para que no haya muchos pendientes (aunque siempre fallan en esa estimación, jejeje), y en otras para no darte chance ni siquiera a entrar a tu puesto de trabajo. Claro, esto puede ser al final del día o entrando por la puerta. Existen muchas técnicas, algunas incluso algo pegadas a la “Gestapo”. Para qué nos vamos a engañar, para nadie es un trago dulce el ser despedido, ni mucho menos vivir con la angustia de llegar a serlo. Una situación compleja y dura, que de una u otra manera siempre va de la mano cuando trabajas para otros. Ni malo ni bueno, simplemente algo inherente a la realidad en cada caso.

Ese frío que te recorre la nuca cuando te dan la noticia o ese temblor en las piernas cuando piensas en “y ahora qué haré”. Cuando recuerdas que tienes que pagar la hipoteca, el seguro, los colegios, las tarjetas, el carro, etc., etc., empiezas a pensar en qué desafortunada es la situación, en qué injusta es la gente, y en ocasiones en “por qué a mí si yo sí trabajo. Deberían echar a varios inútiles que conozco”. Como decía, no es una situación agradable y aunque en realidad uno lo pasa mal durante esos momentos, debes verlo como el despertar de un sueño, y debes cuanto antes hacerte con la realidad que tienes alrededor.

Veamos pues. Si me despidieron, lo más probable es que se deba a una coyuntura de mercado o a una falta grave por mi parte, o incluso a injusticias de la vida. El hecho es que estás “en la calle”. Si no es por tu culpa, pues al menos tendrás la conciencia tranquila y eso ya es un verdadero alivio porque una cosa es no tener trabajo, pero otra muy diferente es no poder dormir en paz porque eres culpable de alguna cagada apoteósica. Ahora bien, la realidad que está a tu alrededor dice, si fuera por un tema coyuntural (de los que abundan hoy en día), quiere decir que, así como tú estás sin trabajo, habrá muchísimos otros que lleven sin trabajo una temporada mayor a la tuya (que recién inicia), y otros que se sumarán durante las próximas semanas, días o meses. Eso es así. Ahora bien, no se trata de consolarnos viendo que no somos los únicos que están cagados de angustia y desempleados. Se trata de ser conscientes que la guerra ha empezado.

En este momento, parado en la puerta de tu ex centro laboral, con tus papeles bajo el brazo y un cheque en el bolsillo, tienes que ver las cosas como son realmente. Ese cheque son tus únicas “balas” para enfrentarte a la jungla. Lo que traes en la cabeza es tu mejor capital, y tu marca personal (cómo te percibe el resto), lo que te ayudará a moverte rápidamente o no. Aquí la misión es reinsertarte rápidamente en el mercado laboral para no tener que gastar en vano tus únicos recursos, o tomar la decisión de hacer algo por tu cuenta (recuerda que no tienes más que lo que hay en tu bolsillo, en la cabeza, y con suerte algunos ahorros).

Lo primero sería hacer un análisis de tu situación actual (ya sabemos que estás sin trabajo, eso ya sobra). Debes tener muy claro si, realmente, eres alguien competitivo. Lo más probable es que hayas dejado de serlo (o no te habrían dicho que te fueras), o que tu ex empleador esté totalmente loco y carente de toda lógica (esto también pasa muchas veces. Gente talentosa se ve de pronto en la calle y sin trabajo).

Si resulta que no estás al nivel del resto, pues ha llegado el momento de ponerte las pilas. ¿Qué debo hacer? Una maestría, un doctorado, una segunda carrera, dedicarme a viajar por una temporada, ¿y darme la gran vida mientras que se me acaba el dinero?, tomarme unas vacaciones? (no seas bestia, por favor). Relajarme, total “ya he trabajado muy duro durante mucho tiempo. Me lo he ganado”. ¿Qué debo hacer? Quizás es hora de reinventarte, ¿no? Quizás es hora de ser quien siempre quisiste ser, y ahora por fin tienes la oportunidad. Por lo que más quieras siéntate y piénsalo fríamente antes de descargarte la aplicación del UBER, y tirar tu talento tras un volante mientras que llega otra “oportunidad”. No seas desquiciado. Tienes que ponerte las pilas y moverte rápidamente.

Tienes poco tiempo antes que el mercado empiece a llenarse de gente igual de buena que tú buscando trabajo. En ese momento estarás frente a un grave problema, porque habrá mucha oferta y las empresas tendrán a manos llenas los perfiles de miles de profesionales de donde escoger. Eso se traduce en algo muy sencillo “al haber mayor competencia, se bajarán los sueldos promedio”. Ahora bien. No cometas el error de “quererte demasiado” y ponerte en plan “si no me pagan lo que yo valgo, prefiero quedarme en mi casa”, porque eso que tú “vales” es muy subjetivo y no necesariamente todos los sabrán valorar o entender. Esto puede ocasionar que te quedes en casa durante una temporada realmente larga, perdiendo continuidad, experiencia, relaciones, etc., etc. OJO, mientras más tiempo pases desempleado, menos valdrá tu fuerza de negociación de cara a un futuro empleador. Tenía un amigo que decía “si lleva mucho tiempo sin trabajar, no será tan bueno; algún problema debe tener”. También recuerdo a un jefe que decía “Los buenos siempre tienen trabajo, o te los recomienda alguien de peso. Esos no mandan curriculum”. No lo sé, en mi experiencia quedarse sin trabajo es una situación realmente compleja y desagradable, y creo que mientras antes te reinsertes en el mercado laboral, será mejor para ti. Si consigues una oportunidad en una organización algo más pequeña, tómala. Total, ni grande ni chica es tuya; qué más te da. Por último, te lo puedes tomar como “un paso para atrás para tomar impulso”, o algo así.

Lo primero que tienes que tomar en cuenta es que la soberbia no te ayudará en nada. Que todo el tiempo que tardes en darte cuenta de que no eres más que un simple ser humano, y que las cosas no ocurren porque tú quieras o dejes de querer; será tiempo perdido. Siéntate, respira, olvídate que eras “alguien” y céntrate en tus verdaderas necesidades como persona (o como cabeza de familia, quizás) y toma decisiones rápidas y con sentido. No gastes tu dinero en estupideces, ya que es un bien escaso que cuesta mucho obtener. Si tienes créditos disponibles, capitalízalos para hacer algo más útil y olvídate (un amigo dice “somos Infocorp corazón”). Total, siempre podrás pagarlos más adelante cuando tu situación mejore, y es mejor que hagas acopio de todo lo que tienes a tu disposición. No se te ocurra “pagar todas tus deudas para quedarte tranquilo”, ya que finalmente eso solo te hará caer en otras deudas más grandes por la misma necesidad de dinero. Recuerda que no sabes cuánto tardarás en volver a ganar dinero en la medida que lo hacías hasta antes que te quedaras sin trabajo.

 

Tú eres el único responsable de tu vida y debes ser muy listo en este momento. Olvídate de la vergüenza, olvídate de los complejos y olvídate del pasado. Ahora solo tienes tu futuro por delante, y es tuyo, tuyo y tuyo. Nada puede salir mal si te esmeras y tienes cabeza fría.

Otra cosa que debes evitar es a la gente con “grandes ideas”. Lo más natural es que de pronto aparezca mucha gente a tu alrededor con ideas geniales en las que invertir o que te animen a “poner un negocio”. Sospechosamente esta gente nunca lo hizo y quiere ver como lo haces tú. De estos vas a ver montones de personajes. Aléjate y mira todo en perspectiva. El numero no miente, así que, si una idea es buena, simplemente lo es y funcionará. Para ello, calcula bien todas las variables y toma decisiones después que el cálculo, y no tus emociones, te digan qué es lo más adecuado. No seas torpe. Todo cuesta trabajo, y nada va a llegar de un momento a otro, así que olvídate de cualquier cosa que te pretenda hacer creer lo contrario.

Ponte a estudiar, pero no en cualquier sitio. Invierte tu dinero en donde mayor provecho le puedas sacar. No es hora de buscar precio, es hora de buscar retorno y valor del mercado. Desde la posición en la que te encuentras ahora mismo, muchas cosas se ven de color gris (tirando a negro azulado), sin embargo, debes centrarte y aprovechar la oportunidad. Si te sientes medio perdido, y tienes un rato, te invito a que leas algunos de mis posts donde escribo acerca de mucho de lo que necesitas ahora mismo. Créeme, soy un ser humano como cualquier otro, que ha pasado por mil situaciones y sé de qué te estoy hablando. Personalmente considero que quedarse sin trabajo, sin merecer esa situación, es algo frustrante; sin embargo, mucho depende de las decisiones que tomes de manera inmediata, y para nada de la suerte.

Ponte las pilas, respira hondo y dile al puto mundo ¡¡Aquí estoy y aquí voy!!

¡Agárrate, pues!

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