De la importancia -para crecer- de los detalles y la consideración.

Esta mañana pensaba, mientras decidía si salía de la cama o no, en lo inspiradores que resultan algunos proyectos; y de pronto me saltó a la mente una idea, una realidad más grande que un castillo, en la que muchos caemos y comentamos, que poca gente es capaz de adoptar como material para la vida, o como combustible profesional:

“La inspiración y la alegría de los proyectos, se sustenta en la implicación y disfrute de la gente, y esta se sostiene por una serie de ventajas y recompensas (no necesariamente económicas, aunque también)”

La semana pasada concluimos un proyecto que, en paralelo a otros, nos trajo de cabeza durante los últimos 45 días. Un proyecto verdaderamente tan relevante, como confidencial, en el que todo el equipo de nuestra área de consultoría tuvo que participar. Una dedicación de lunes a domingo, con muchísimas horas de trabajo, muchas amanecidas, mucha comida rápida (chatarra), y con mucho de todo menos sueño y tranquilidad.

Como suelo decir siempre, uno de esos proyectos que te ayudan a transformar a los niños en hombres, y a las niñas en mujeres. Sin lugar a dudas, uno extremadamente exigente y agotador.

Pensaba yo, hace 19 años atrás cuando en mi primer empleo me enviaban a limpiar las computadoras con alcohol isopropilico (el alcohol isopropilico embriaga sin tener que beberlo, aviso por si no hay con qué; jejeje), o cuando me enviaban a dar mantenimiento a los equipos de un campamento minero en Cerro de Pasco, a 5,800 metros sobre el nivel del mar, la cabeza parece que se te va a romper, o cuando aquella vez recibí el Año Nuevo colgado de un poste en San Isidro, intentando conectar un local con otro a través de un cable (porque era urgente, jejeje, ah! y trepar a un poste no es muy seguro si no lo has hecho antes.).

Recuerdo cómo disfrutaba cada aventura de aquellas, y recuerdo cómo, tras todas esas alucinantes proezas, siempre me sentía “logrado”. La sensaciones eran múltiples y muy curiosas: dolor, cansancio, incluso en ocasiones hartazgo; sin embargo me sentía lleno de vida y sumamente útil. Mi diagnóstico era “Soy capaz de lo que sea”.

Si a todo esto le sumamos que, más allá de una palmada en el hombro, no recibía mayor reconocimiento ni descanso, creo yo que podríamos decir que era una situación compleja y no precisamente recomendable. Técnicamente la pasaba mal, pero por las ansias de la edad, el querer avanzar y el poder experimentar en entornos novedosos, me justificaban de sobra ciertos “padecimientos”.

No te imaginas lo que fue para mí, la primera vez que vi el menú de inicio en la esquina inferior izquierda, ni mucho menos lo que significó para mí la primera vez que instale Windows 95 con mis, si mal no recuerdo, 42 diskettes; o la primera vez que me abrasé la mano con el cautín al trabajar con un cable coaxial RG56 (o 58, no lo recuerdo ya), y los conectores BNC. La red en ese entonces era de tipo “bus”, y se caía más de lo normal. En resumidas cuentas, podemos sentirnos como dinosaurios, con la ventaja de aún vernos “medianamente” jóvenes; jejeje. Aunque ciertamente la vida ha pasado la cuenta, sin olvidar los intereses (que no han sido pocos).

Pensaba yo todo esto, mientras sentado en la oficina caí en la cuenta que toda mi área de consultoría está de vacaciones, y que salvo cosa rara, tienen vacaciones extra tras cada proyecto que nos exige más de la cuenta; y no hace falta decir que no son vacaciones “a cuenta de vacaciones”, sino más bien, una suerte de días libres como reconocimiento a su ardua labor, entrega, y compromiso con la empresa.

Sumando, en esta empresa el equipo de consultoría puede incluso llegar a acumular unos dos meses de vacaciones al año, las cuales disfrutan sin lugar a dudas. Si a eso le agregamos que obtienen no solo días libres tras cada “batalla”, sino también un bono económico por productividad y objetivos, tras cada reto nuevo; diríamos que se lo pasan mucho mejor que yo cuando recién empecé.

Me gusta verlos disfrutar como equipo, me encanta verlos participar de cada batalla como verdaderos guerreros, incluso alguno llega a oler como uno de los 300 (jejeje), pero si hay algo que verdaderamente disfruto, es la etapa en la que todos terminan su trabajo, respiran y deciden desconectarse del mundo; salvando las grandes distancias, cada final de proyecto me recuerda al final de la película “AVENGERS”, en la escena en la que se despiden y desaparecen. Es un lujo trabajar con un equipo así.

Parte de toda esta ciencia radica en eso, en que lo que son es eso: UN EQUIPO.

Muchas veces me preguntan cómo hacemos para que este tipo de situaciones sean posibles, y cómo hacemos para que este tipo de condiciones sean del disfrute de nuestra gente; la respuesta es simple, y le llamamos “comunidad”; el equipo por el equipo, o como decían Los Tres Mosqueteros: “Todos para uno, y uno para todos”; y ojo, tenemos muchos beneficios adicionales para nuestra gente, que solo se ven en empresas realmente enormes. Es como una gran familia, donde yo soy el hermano inquieto y travieso.

En pmc hemos ido creciendo mucho durante los últimos 3 años, pasando de 2 a casi 30 personas en este momento; sin embargo hemos mantenido intacta esa emoción y dinamismo que hacen ricas a las organizaciones; una estructura totalmente horizontal, y una cultura de permanente innovación y apertura hacia lo nuevo. ¿Queremos cambiar el mundo? NO. De momento solo queremos cambiar todo nuestro sector, y quizás nuestro entorno. A partir de ahí, el camino es mejor.

Veo diariamente cómo nuevas y no tan nuevas organizaciones intentan imitar nuestras iniciativas; y aunque debería incomodarme, realmente me da gusto. Algunos lo hacen de manera realmente curiosa (jejeje), y otros generan vergüenza ajena (terrible); sin embargo es un indicador de evolución ya que, aunque sea copiando, muchos se van dando cuenta que TIENEN que mejorar, TIENEN que cambiar; y eso es bueno de cara al objetivo que mencionaba líneas arriba: cambiar el sector y el entorno. Lo curioso es que nosotros como organización, para poder hacer todo lo que hacemos, realmente planificamos y ejecutamos de manera milimétrica cada iniciativa; de forma que no son situaciones reactivas (por competir), sino más bien pasos bien dados en base a un objetivo superior (que pocos conocen realmente). Así pues, cuando solo intentas imitar a otros, te puedes encontrar con que no obtienes los mismos resultados, y que en realidad has gastado lo que no tenías, en intentar hacer algo que no lograste; y eso en realidad más que ayudarte, terminará perjudicando tu negocio, tu imagen y más cosas.

Siempre digo, y de hecho la frase es mía: “No por querer competir, eres competencia”; y de momento es verdad. Para poder hacer todo lo que hacemos, lo hacemos juntos, lo hacemos bien, e intentamos mejorar de manera permanente (es casi una obsesión). La gracia está en el resultado, en el camino, en la búsqueda; en dormir en paz sabiendo que todo lo que tenías que hacer, lo has hecho. Disciplina.

Caminemos pues, que la vida es buena, larga (con algo de suerte), y bonita (con más suerte aún); esta semana se pronostica limpia y azul, como el mar que no tenemos por aquí, jejeje. A ver si hay suerte esta semana, y conseguimos descansar un poco aprovechando que no están los “locos de consultoría”, jejeje.

¡Buena semana para todos y todas!

Con mi amigo Hector. Mano derecha en múltiples proyectos.
Con mi amigo Hector. Mano derecha en múltiples proyectos.
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