Dándole vuelta a lo establecido. A lo clásico. Parte 1.

La semana pasada tuve la alegría de poder compartir con muchísimos profesionales del sector, una serie de novedades dentro de la organización que tengo la dicha de dirigir. Aprovechando un evento en el que hablamos de Agilidad y Flexibilidad en las empresas, me dije a mí mismo: “Qué mejor que comentar los efectos de esta mezcla, con algunos ejemplos reales y frescos”. Así pues, estuve por algunos minutos pensando en cómo aterrizar mis ideas de la manera que me gusta hacerlo (No me gusta hablar “en complicado”. Así no suma), y dándole vueltas y vueltas llegó a mí la claridad.

Me parece que para nadie es un secreto que nuestras diferentes unidades de servicio, han ido creciendo de manera que poco a poco han ido tomando forma como empresas independientes, a las que incluso tengo que pedirles que me atiendan, jejeje (y a veces no lo pueden hacer por tiempo). Así pues, dentro de todo esto hay un factor muy importante de “innovación” y, sobre todo, “ganas de trabajar”.

No concibo la vida sin trabajar hasta el mayor de los cansancios. Simplemente es parte de mi ADN, y creo que sin duda es una ventaja competitiva, ya que donde no hay mezquindad por el trabajo, tampoco hay pausa para lograr lo que sea. Hoy en día, y aunque a veces el cuerpo me pide “un break”, disfruto mucho de todo lo que vivo a pesar que no todo es “color de rosa” como muchos piensan. Dirigir tantas iniciativas, aunque complementarias y apasionantes, es realmente una tarea titánica que trae alegrías y satisfacciones, como también problemas, dolores de cabeza y muchas cosas que en ocasiones son buenas, y otras veces no tan buenas.

Todo esto lo llaman, dicen por ahí, espíritu emprendedor. Dicen también que hay que ser una pasta distinta, y también dicen que cuando emprendes trabajarás más duro de lo que lo hayas hecho antes. En ese sentido difiero un poco, ya que no recuerdo un solo momento de mi vida en el que no lo haya hecho lo más duro posible. Son muchísimos años trabajando, y para bien o para mal, cada aventura me ha enseñado muchísimo y me ha vuelto más rico en experiencias y me ha “afinado el ojo”. Hoy en día, no tengo miedo a meterme de cabeza en casi cualquier iniciativa porque sé que, si me convenzo, puedo sacarla adelante a como dé lugar. Confianza en uno mismo le dicen.

Así pues, comenzaré hablando de la que alguna vez fue nuestra unidad de marketing y comunicación, y la cual es hoy en día una agencia de publicidad llamada Heffer Wolfe, y sigue siendo la responsable de todo lo que regularmente ves y lees respecto a nuestras diferentes iniciativas, y principal administradora de mi marca personal. Prácticamente todo el posicionamiento que hemos logrado con el tiempo, no ha sido producto de la suerte ni mucho menos; es el resultado de una estrategia general que cuando la empiezo a contar, muchos abren los ojos y dicen “¡Qué listos…!” (en realidad utilizan otros adjetivos, pero no puedo reproducirlo por este medio, jejeje), e incluso algunos se acuerdan de mi madre, jajaja.

Para todo esto qué, ¿Hace falta ser un genio del marketing? ¿Hace falta invertir toneladas de dólares? Pues no. Realmente “lo que hace falta es saber lo que hace falta” para conseguir todo esto. Afortunadamente, para nosotros, en base a muchos años y a muchos lugares, aprendí cuál era el secreto en ese sentido, e iré compartiéndolo con ustedes en las próximas publicaciones. Este es solo el primero de, espero, varias.

¡¡Seguimos aquí!!

Con mi amigo Kike Garcia.
En la foto, con mi amigo Kike Garcia, quien dirige la agencia y además de ser una de las pocas personas que gozan de mi confianza y fe, es uno de los profesionales del mundo publicitario más grandes que ha dado este país. Uno de mis generales, por decirlo de alguna manera.
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