Cómo caminar con las cosas claras en este mundo tan complejo

Durante las últimas semanas he tenido muchísimo ajetreo, habiendo pasado unos días en México, otros tantos en España, y preparando un viaje a Panamá para la próxima semana. Seguramente estará más de uno diciendo “¡Qué suerte tienes!”, sin embargo, yo lo veo de otra forma. ¿Cómo lo veo yo? Pues lo veo como el resultado de muchísimo trabajo, de amplísimos e interminables sacrificios. A veces pienso que me gusta el castigo, jejeje, pero no. No es así.

Me pongo en algunos de estos momentos a pensar en cómo han cambiado las cosas durante los últimos años. Hace 20 años cuando iniciaba en mi primer trabajo, tenía un horario muy curioso que me hacía estar de 7 a.m. a 11 p.m., prácticamente todos los días. ¿Me quejaba del horario?, pues no. Cuando me decían si podía ir a un sitio o a otro, una sonrisa ensanchaba mi cara y salía pitando para cumplir con la petición. No recuerdo un solo momento de aquellos años quejándome del horario, de las condiciones ni de nada, y eso que el sueldo tampoco era muy allá, redondeando hablamos de unos 350 soles (unos 120 dólares de la época). Incluso tenía un jefe que, además de singular, nos “picaba” a mis compañeros y a mí un sol para “el capuchino” de la máquina, jejeje. Caminaba a casa todos los días, de ida y de vuelta (19 cuadras) con la idea de ahorrarme el pasaje. Para qué si podía caminar, y eso solo me demandaba levantarme más temprano y acostarme más tarde.

¿Qué si tenía vida?, claro que sí. Mi vida era mi trabajo, mis compañeros eran mi familia, y todo ello era para mí la oportunidad de mi vida para salir adelante. Siempre pensaba que todo eso no era más que un escalón en el camino hacia mis sueños y objetivos, los cuales no te creas que tenía muy claros en ese momento; solo sabía que quería hacer muchas cosas e incluso alguna de ellas artística.

Pasaba el tiempo, y dentro de mis múltiples funciones, me tocaba incluso limpiar equipos de cómputo con un “güaipe” y una galonera de alcohol isopropílico. No resulta muy cómodo cuando el aroma del alcohol te marea y en ocasiones genera dolor de cabeza; o cuando las manos se te entumecen de tanto friega y friega (en aquel tiempo las computadoras eran de un “blanco” muy odioso, jejeje). Tampoco me quejaba cuando, junto con amigos, y a la falta de un multímetro, buscábamos la fuga de red con dos dedos mojados en saliva tocando el conector BNC; donde te daba el calambrazo era la fuga y había que saltar ese punto de red para que el bus siguiera funcionando. Tampoco me resulta negativo recordar la infinidad de veces que me quemé las manos o los antebrazos manipulando (al inicio mal) el cautín. Por lo contrario, recuerdo con mucho cariño dichas épocas, y mi multitud de errores y aciertos.

Con los años he tenido infinidad de jefes, algunos muy positivos, y otros un verdadero martirio; sin embargo, he aprendido tantas cosas gracias a ellos, que sería imposible no agradecerle a la vida el haberlos puesto en mi camino (aunque algunos se merecieran un par de patadas, jejeje). Mi carácter siempre ha sido el mismo, aunque con los años he ido madurando y en base al prueba y error, he ido afinando mis formas y maneras. El haber sido tan precoz en tantas cosas me ha facilitado llegar a conclusiones y planteamientos muy diferentes a los que la mayoría de contemporáneos. También, por qué no decirlo, a llegar más cansado, jejeje.

Congreso Internacional de Dirección de Proyectos.

Gracias a las vueltas que siempre ha dado mi vida, he podido trabajar en diferentes países y haber tenido la dicha de vivir en varios de ellos el tiempo suficiente como para fundirme con su realidad sociocultural, y no se puede negar que en mi día a día se trasladan todas esas vivencias en mi estilo de gestión, y desde luego en mi manera de ver las cosas. Todos los lugares tienen sus cosas buenas, y sus no tan buenas; sin embargo, lo que nos enriquece como personas es el saber sacar provecho a unas y a otras, aprendiendo y nutriéndote de todo lo que sabes que te vendrá bien en la mochila, ya que el viaje es largo y todos los días son una nueva aventura. Así pues, cada mañana cuando llego a la oficina, me planteo como llevar adelante las diferentes empresas que me toca dirigir, como llevar adelante tantas cosas que se me ocurren y que, fiel a mi estilo, quiero verlas hecha realidad. No es fácil ni mucho menos. La gran mayoría de ustedes solo ven lo que tienen que ver, sin embargo, hay muchos días en los que la vida golpea, días en los que tienes que reconocer que fracasaste en alguna iniciativa. Esos días llegan de vez en cuando, y es natural. Ninguno es infalible, y como decía uno de esos jefes que mencionaba antes “No te preocupes JuanMa. El único que nunca se equivoca es aquel que nunca hace nada nuevo”, y sí, cuánta razón tenía ese hombre. Cuando todos te critiquen, recuerda que todos estamos locos hasta que la idea funciona y dejas de serlo, para ser “un suertudo”, jejeje.

Hoy en día, 20 años y 8 meses después de mi primer empleo, he tenido la oportunidad de equivocarme tantas veces y de tener tantos aciertos que tengo la inmensa suerte de ser considerado un experto en mi oficio, y por sobre todo una buena persona. Puedo andar y caminar por la calle con alegría, con tranquilidad en la mente, y con la convicción de que todos quienes me conocen, confían en mí. Que he podido aprender de todo esto que me ha pasado con los años, pues es simple: Hay que ser humilde, pero no tonto. Hay que ser muy trabajador y esmerado, pero no para aparentar. Hay que hacer lo que te gusta y apasiona, y no hay un sueldo lo suficientemente alto que justifique no hacerlo. Hay que ser libre de pensamiento y de espíritu, ya que los complejos se notan y no suman. Hay que decirle que sí a toda idea loca que se te venga a la mente, al menos mientras aprendes a evaluarlas como debe de ser. Nunca mirar hacia atrás con lástima, ya que hasta el día en que mueres siempre tienes la oportunidad de reinventar tu vida. Hay que ser sinceros con todo el mundo, pero principalmente con uno mismo. Pero sobre todas las cosas del mundo, hay que buscar y tratar por todos los medios de ser feliz y de hacer feliz a todos los que te rodean. No se trata de vivir esclavizado por servir al resto, se trata de vivir una vida que sea digna de ser recordada y que todos quieran imitar. Inspirar al resto es la única forma de trascender en esta vida, y si ese es tu objetivo, debes plantearte dos preguntas: ¿Qué es lo que espero de mi vida?, ¿Estoy en el camino correcto?

Échale huevos, que la vida se pasa en un pizpas y cuando menos cuenta te das, ya no es tiempo para hacer lo que deseas y para bien o para mal, ya no hay otra oportunidad.

¡Buena semana para todos!

Juanma
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