A veces solo se trata de ser feliz.

Por definición suelo estar metido en muchas cosas a la vez y procuro siempre dar lo mejor de mi en cada iniciativa que abordo, aunque en realidad por mucho que lo intento eso no es posible de manera regular, y luego resulta que termino muy cansado, agotado y falto de energía para otras cosas incluso más importantes. Quisiera en ocasiones tomarme la vida de otra manera, pero sencillamente no puedo. Ayer por la tarde salí de clases con ganas de hacer muchas cosas. Me decía a mi mismo “voy a salir a caminar y luego, por qué no, a comer unas carnecitas” (que me gustan mucho, qué le voy a hacer); sin embargo, al llegar a casa y sentarme en mi sofá, me llené de cansancio, modorra y caí profundamente dormido. Luego cuando desperté ya no era hora para salir. En resumen, mis planes no se pudieron ejecutar por falta de energía, no de ganas. Aunque me esfuerzo en ese sentido, termino muy cansado y en ocasiones ese cansancio genera frustración. Es natural, digo yo.

Hoy por la mañana mientras iba rumbo a la oficina (es domingo, te cuento), pensaba en lo mucho que me gustaría que no hiciera calor, y que llegara de una buena vez el invierno. Tengo muchos planes para este invierno, al margen de ser la estación del año que más disfruto desde que soy pequeño. No me gusta el sol, no me gusta pasar calor; en fin, tengo complejo de oso polar; y siento que me asfixio cuando no me encuentro en entornos fríos. Notarás, si me conoces, que suelo estar siempre medio congelado en mi oficina, en casa, o en el auto; y procuro no moverme a lugares donde no está garantizada una temperatura inferior a los 20 grados. Cada uno tiene sus particularidades, jejeje.

Así pues, me he dado cuenta de que necesito orientar mejor mis fuerzas y mi visión para poder eliminar esos pequeños momentos de frustración, y sobre todo para poder sentir plenitud en todo lo que hago. Hasta ahí está todo claro, me parece; sin embargo, eso amerita la toma de una serie de decisiones, las cuales sin duda etiquetarán ciertos planes con el rotulo “para después”.

Este año quiero centrarme exclusivamente en disfrutar de mi vida y de todo lo que he podido construir con mis propias manos. No sé, quizás orientarme más a disfrutar de lo que hago, y no hacer nada que no sea de mi total gusto o necesidad. Este año ando medio existencial, y aunque a veces temo estar perdiendo la chispa, la realidad es que la tengo más encendida que nunca y eso se sigue notando en el mercado en el que me desenvuelvo, y sigo marcando la pauta en mi sector, y sigo siendo vilmente copiado o burdamente imitado. Como decía en algún post anterior, a veces resulta siendo un halago y otras veces termina siendo un engorro. En todo caso, si te gusta cópiame y listo; siempre serás la cola real de mi coca cola, y de eso que no te quepa duda.

Con todo esto, a veces pienso que solo es cuestión de madurez y que hay cosas que me afectan más y otras que me afectan menos. Me consuelo pensando en que mi vida es un conjunto de sueños hechos realidad, y que quienes copian están buscando realizar los suyos (burdamente sí, pero es su estilo; no les da para más). Ya estoy “mayorcito”, ya cuento con 38 años y los últimos 22 han sido sumamente agitados (no te imaginas cuanto, ni duplicando lo que imagines), y bien valen por unos 60 respecto a una vida promedio. No es por exagerar, pero he tenido hasta la fecha una vida más que plena, tanto en alegrías, como en tristezas, en aciertos como errores, y en ilusiones como en desilusiones. Todo esto te hace ver el mundo de una manera diferente, y sin duda tomar decisiones y caminos que, sin toda esa experiencia de vida, no tomarías.

Tengo planes a largo plazo, pero soy consciente de que dicho plazo no lo establezco yo sino la vida misma. Por tanto, procuro cambiar las cosas a una mayor velocidad, por si luego no me da tiempo. Echo de menos a mi padre, y aunque sé que parte de la vida es la muerte, a veces me cuesta aceptar ciertas ausencias. A veces, como cualquiera, solo quisiera que mi abuela me abrazara y me dijera “Tranquilo, hijo. Todo pasará”, pero no se puede, no es posible. A partir de este tipo de situaciones me he dado cuenta de que no merece la pena perder segundos en gente absurda que te envidia, o que te intenta (sin éxito) hacer la vida imposible. Me he dado cuenta de que la vida es mucho más que solo ganar dinero de manera exagerada, o viajar más que Willy Fog por el mundo. Muchas veces uno no entiende nada, aun creyendo hacerlo. La vida es complicada, es dura, es inesperada, te sorprende, te alegra, te derriba, te levanta nuevamente. Es la vida finalmente, según la que te toque vivir, la que te convierte en la persona que eres y en la que serás. Así pues, ¿para qué ponernos existencialistas si tenemos claro lo que esperamos de esta vida?

Si me preguntas qué quiero, te diría rápidamente “tiempo para mí, un clima frío la mayor parte del tiempo, y solo gente sincera y noble a mi lado”. Si me preguntas en qué estoy trabajando arduamente, te respondería con total certeza “en conseguirlo”. Finalmente, solo se trata de ser feliz, y vivimos en un mundo tan banal y con una existencia tan efímera, que lo mejor que podemos hacer es organizarnos para dejar huella, una senda. No pasar desapercibidos con el tiempo. Trascender al tiempo, digo yo, es lo que importa. Maneras de hacerlo hay muchas, pero hasta el momento de escribir esto no se me ocurre ninguna que no implique ser feliz mientras lo haces.

Ser competitivo es bueno, pero siempre y cuando te lleve a algún lado o a lograr alguno de tus objetivos. ¿Tienes objetivos? O solo estás tratando de llegar a algún lugar (y aun no sabes cuál). Dicen que cuando no sabes a donde quieres llegar, cualquier camino es el indicado. Yo tengo claro lo que quiero, y aunque a veces solo piense en un pan con aceite y tomate, créeme que también le pondría jamón =)

Que tengas un excelente inicio de semana. Yo creo que me buscaré donde haga frío para relajarme un rato. Ya toca, ya =)

Facebook
Twitter
LinkedIn