A veces solo hace falta un loco…

Llevo una cantidad enorme de años trabajando para intentar satisfacer las necesidades de diferentes organizaciones. Organizaciones muy, muy grandes, otras solo grandes, algunas medianas y, sin duda alguna, otro tanto de pequeñas. Es un placer que, gracias a tantísima gente que ha confiado y confía en mi saber hacer, he podido disfrutar en casi todas las ocasiones junto a mi equipo. Todos estos años trabajando y disfrutando, pero trabajando al fin, en diferentes tipos de proyecto, me han hecho ganar experiencias singulares en temas relacionados con casi todas las áreas que puede involucrar una organización. Puedo hablar de una multitud de sectores y de empresas donde, aunque el sabor es diferente en cada ocasión, las soluciones han ido con los años convergiendo en un mismo y único modelo. Un modelo que, evidentemente, hemos ido forjando con los años y mejorando en cada ocasión. Podríamos decir que, sea la problemática relacionada con la seguridad, la continuidad, la calidad, los riesgos, los servicios o los proyectos, lo cierto es que en cada caso hemos necesitado trazar casi las mismas líneas con la idea de identificar la realidad, aterrizarla, analizarla e interpretarla, para luego, aclarando la vista, poder decidir “por donde empezar” a deshacer el nudo. No es una tarea sencilla, pero está claro que los años nos han permitido obtener un “ojo clínico” que casi podría decir que, salvando las distancias con el personaje de ficción, podemos diagnosticar cual doctor house (y me rio, por supuesto). Hace poco más de dos años, empecé a darle forma a una idea integradora que pudiera consolidar el modelo (sin nombre aun). El centro no es necesariamente “el cliente”, ni tampoco es necesariamente “el humano”. Para mí “ambos son problema de quien realmente tiene el problema”, así que lo mejor y más conveniente no es otra cosa que atacar el problema de raíz: ir al punto, o atacar directamente el lugar que más duele. Muchos marcos de trabajo, estándares, buenas prácticas y demás hierbas, han dedicado ríos de tinta a intentar solo aliviar los síntomas, sin considerar que hay una causa para dichos síntomas. Muchas veces, llevado al ámbito empresarial, solo buscamos atender la necesidad de un área u otra, aplicando esquemas que sin duda generarán una mejora, pero no son LA MEJORA que se requiere dentro de la organización; es decir, estamos aliviando un síntoma, pero no la enfermedad, no la causa. Por ejemplo. Durante los últimos años, por lo menos 10, venimos hablando de Transformación Digital. Suena bien, e incluso algunos viven de vender una que otra idea equivocada respecto a la tan ansiada y marketeada “Digital Transformation”; sin embargo, y aunque muchos ya han abierto los ojos, no es un secreto que “la palabra transformación” es lo realmente poderoso en el concepto. Una transformación que nos lleve de una situación a otra, que nos permita una transición suave y adecuada, y que nos regale una serie de resultados (de eso se trata al final) que vayan acorde con las necesidades de la empresa, no de un área o de la otra, sino de la empresa en general. Lo hemos dicho en innumerables ocasiones: “transformar es cambiar, y el cambio implica muchas cosas que impactan a todo nivel”. Seas hombre o mujer ¿recuerdas cuando pasaste de soltera a casada, o incluso “mejor aún”, cuando pasaste de casado a divorciado? Lo recuerdas ¿verdad?, ¿Fue simplemente cambiar de estado civil en el DNI? No. Claro que no. El cambio, la transformación, llegó a todo nivel. Desde tu forma de ver las cosas, pasando por tu comportamiento y actitud, costumbres, hábitos, frustraciones, maneras de disfrutar y de padecer. Muy probablemente cambiaste incluso de amigos y de barrio. Claro, se supone que todo esto es para bien, para una nueva etapa, para una mejora en tu vida, para ser feliz, para vivir mejor, para sentirte completo, pleno, quizás incluso para lograr un anhelo, un sueño, en fin. Cambiaste. Ahora bien, en las empresas ocurre lo mismo. Aunque las empresas son técnicamente seres jurídicos, la forma en la que operan tiene una gran vinculación al comportamiento humano y a la forma en la que nos organizamos como sociedad. La propia organización tiene “su barrio”, que viene a ser el mercado en el que se mueve. Más grande o más pequeño, más o menos complejo, con mayor o menor formalidad, pero su barrio al fin. En este barrio tendremos amigos y conocidos, algunos nos apoyaran eventualmente durante la vida, otros nunca, y otros serán incluso nuestro principal soporte en la vida. Nunca se sabe cual será cual, pero al final terminan encajando todos en su lugar. Cada uno de estos personajes tiene características. Algunos son de fiar, otros no. Algunos son más o menos belicosos, más o menos organizados, sinceros, emotivos, etc. No te relacionarás igual con todos, pero todos formarán parte del “barrio”. Mirándolo así, pues ya tenemos al mercado y a las demás organizaciones que comparten con nosotros el mar de posibilidades disponibles. Con algunas competiremos, con otras nos asociaremos, algunas nos apoyaran de vez en cuando, y a otras ni siquiera voltearemos a verlas porque no son “de nuestra edad” o “de nuestra calle”. Cosas de la vida. No es muy diferente la sociedad en la que te mueves, a como se organizan las empresas. Esto se debe a que las empresas, de momento, están conformadas por personas como tu y como yo, que tienen comportamientos y actitudes acordes con la sociedad donde se desarrollan. Entonces si estamos en medio de una sociedad informal, complicada, donde campa a sus anchas “la ley del más vivo”, no te ha de sorprender que las empresas actúen de la misma forma y que, necesariamente, las que logran destacar por encima de la mayoría son casualmente las que son “diferentes”, las que hacen las cosas bien, las que respetan determinados principios, e incluso las que realmente tienen la ilusión por trascender en el tiempo. ¿No ocurre lo mismo con nosotros?, ¿Acaso no llega más lejos el que hace las cosas mejor, y el que más empeño y compromiso le pone a las cosas? Alguno dirá que conoce mucha gente que hace las cosas bien y con mucho compromiso, pero todo les va mal siempre… ¿y si la culpa es del mercado y no suya?, ¿y si luego resulta que en un mercado más maduro y formal les va bien? …imagino que eso tambien lo has visto. Entonces, si lo vemos de esta manera, equiparando a las organizaciones con los sujetos y las sociedades, y a los problemas empresariales con los problemas de “un paciente” cualquiera, sería mejor buscar la causa de los síntomas en lugar de buscar únicamente aliviarlos, cierto? Alguno dirá “pero podemos buscar la causa mientras vamos aliviando los síntomas”, y si, es probable que sea una salida, pero ponte en el caso de que no tienes un presupuesto enorme, que este es limitado y que el tiempo tampoco es todo lo amplio que requieres. Dicho de otra manera, solo tienes una oportunidad para intentar resolver el tema, y necesitas ser preciso y generar los mejores resultados con los recursos justos. Creo que no es imposible. Es esta idea la que me llevó hace algunos años a cuestionarme el amplio abanico de marcos y esquemas de gobierno y gestión que tenemos a disposición. Me los conozco muy bien y, en algunos casos, mucho mejor que la mayoría. Llevo casi 20 años dedicado de lleno a este tipo de servicios, y no solo han pasado años, tambien multitud de experiencias y aventuras en diferentes sociedades y sectores. Creo que algo he aprendido en el camino. Algo no más. Así que he querido llevar todo esto a un solo esquema, que sea sencillo de implementar, que no cargue con grandes condicionantes ni diseños complejos. Un enfoque integral que nos permita realmente dedicarnos a lo que nos interesa como organización, y no vivir aplicando paños fríos a cosas que si tienen solución, aunque esta pase por un cambio a diferentes niveles, que permita a las organizaciones reestructurarse de la mejor forma y que acabe con las tan conocidas “balas de plata”, con los planteamientos lúdicos que no hacen más que restar seriedad al abordar un problema, y con tanta histeria generada frente al cuestionamiento acerca de si eres “tradicional” o si tienes “super poderes” (y debes medicarte, jeje). Como de seguro sabes, a causa de mi TDAH vivo siempre “eléctrico” y en un no parar, sin embargo podría decir que esta condición me ha dado siempre muchas satisfacciones ya que la he sabido encaminar gratamente durante toda mi vida. Si alguien ha padecido mi “condición”, no he sido yo, jajaja. En ese sentido, estoy a punto de embarcarme en quizás uno de los proyectos más ambiciosos de mi vida adulta, buscando generar una verdadera revolución respecto a la forma en la que utilizamos los marcos y esquemas de gobierno y gestión, y donde mi visión de las cosas, y todo lo aprendido y comprobado durante tantos años, pueda resultar útil a todos ustedes de múltiples formas. Afortunadamente cuento con el apoyo de mucha gente, de mi equipo, y de algunas organizaciones con presencia mundial que me aportarán el respaldo que necesitan algunas de mis ideas “no tradicionales”, ya que como alguna vez dije “solo quiero cambiarlo todo”. Por supuesto, todo lo que se vaya logrando y publicando lo verán a través de PMC, y espero contar con vuestro apoyo y compañía cuando se convoquen los primeros pilotos, publicaciones y eventos de transferencia. Me parece que la idea de seguir intentando copiar modelos o formas de trabajar que rara vez consiguen calar en nuestros mercados y que obligan a muchas organizaciones a jugar a “el traje del rey”, debe empezar a descartarse. Las cosas deben cambiar (transformarse), y normalmente terminan haciéndolo antes o después. A veces solo hace falta un loco. Gracias por llegar hasta aquí. Te dejo un abrazo enorme.
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